Un crimen ‘brutal y violento‘. Así han definido las autoridades neozelandesas el ataque sufrido por seis crías de focas que fueron decapitadas y arrojadas a una famosa bahía al sur del país.
Fue un operador turístico quien descubrió los cuerpos de las crías, de apenas un año de edad, que flotaban en Scenery Nook, cerca de la ciudad de Christchurch en la Isla Sur de Nueva Zelanda.
Según el Departamento de Conservación neozelandés, los animales habrían sido decapitados en otro lugar antes de ser arrojados desde un barco para que los bañistas que iban a la playa pudieran encontrarlos.
Las autopsias que se han realizado sobre tres de las crías han descartado la posibilidad del ataque de un tiburón. Por eso, la policía ha hecho un llamamiento para dar con los autores de los hechos, mientras piden que cualquiera que haya visto algún barco en esa zona recientemente lo comunique.
El director general del Departamento de Conservación, Andy Thompson, ha emitido un comunicado que recoge la CNN en el que señala que “debido a la naturaleza brutal, perturbadora y violenta de este crimen cometido contra crías de foca indefensas, se ha informado a la policía”.
Según Thompson ‘es increíblemente improbable que los tiburones hayan mordido las cabezas de seis focas y hayan dejado los cuerpos intactos” y apunta a la razón que podría haber llevado a la matanza: “Lamentablemente, existe una creencia errónea de que las focas comen grandes cantidades de especies de peces que tienen valor para el consumo humano”.
El ejecutivo del Departamento de Conservación deja claro que “no es el caso”, y añadió además su incredulidad sobre lo sucedido y las consecuencias que puede tener: “No puedo creer que la gente esté dispuesta a correr el riesgo de sufrir una condena de por vida por un par de peces”. Las focas y los lobos marinos son una especie protegida en Nueva Zelanda y acosarlos o molestarlos está penado por la ley mucho más que un simple caso de maltrato animal.