Los delfines nariz de botella del Golfo de Guayaquil, en Ecuador, podrían desaparecer. Se cree que de estos mamíferos, cuyo avistamiento era común en las décadas de los 80 y 90, apenas quedan entre 200 y 300 ejemplares en estas aguas.
El Golfo de Guayaquil es la entrada de agua más grande del océano Pacífico en Sudamérica y cubre una distancia de 230 kilómetros con sus salientes extremas que se fijan en Cabo Blanco en Perú y Punta de Santa Elena en Ecuador.
Según la plataforma Mamíferos de Ecuador, de la Pontificia Universidad Católica, el delfín nariz de botella (Tursiops truncatus) es una especie mayormente costera que se observa poco en mar abierto. Las hembras delfines nariz de botella paren una sola cría cada dos o tres años, después de 12 meses de gestación.
Según los expertos e investigadores, la disminución de estos delfines en el Golfo de Guayaquil se debe a tres causas principales: los encuentros con pescadores, la colisión de embarcaciones y la contaminación de las aguas.
De acuerdo con las estimaciones en 30 años, la población de delfines nariz de botella que nadan en las aguas del Golfo de Guayaquil ha disminuido en un 52 %. Hace tres décadas se contaban al menos 620 individuos, pero hoy se cree que apenas quedan 300 de estos, según los cálculos más optimistas.
El ecosistema de estos mamíferos incluye varios sectores del Golfo de Guayaquil como la isla Puná, El Morro, Posorja, Playas Villamil, estero Salado, la zona de Machala, Naranjal, Balao y la costa de la Reserva Manglares Churute.
Según una investigación de El Universo, en El Morro, actualmente, solo hay 18 de los 36 delfines que existían hace 15 años. La disminución fue del 50 %. Algo similar sucede en Posorja, donde solo hay nueve individuos, que representan la tercera parte de los delfines que había hace diez años, de acuerdo a las declaraciones de Fernando Félix, un biólogo marino e investigador que ha observado a estos delfines.
Gracias a la identificación de las aletas dorsales de los delfines se puede saber cuántos individuos quedan actualmente.
Cuando uno de estos delfines queda atrapado en las redes de pesca generalmente se ahogan, según relató el biólogo Félix a El Universo. Los delfines deben salir del agua para respirar cada dos minutos, si no lo hacen, mueren. También, en algunos casos –dijo el experto– los delfines podrían sufrir paros cardiacos por el trauma de verse enredados sin poder respirar.
Los delfines que logran escapar de estas redes, generalmente terminan con heridas que les provocan una muerte lenta si no son curadas a tiempo.
Los choques entre las naves del intenso tráfico marítimo, principalmente lancha rápidas, también causan la muerte de estos individuos. Según Félix, cada vez los delfines mueren más jóvenes, pues son más vulnerables a estas colisiones. Por ende, no hay cambio generacional, “entonces las poblaciones están muy viejas”, aseguró el experto. Por ejemplo, una hembra adulta ya no se reproduce como una joven, pues llegada a determinada edad solo concibe una cría cada seis años.
La contaminación de las aguas del Golfo de Guayaquil también son una de las causas para que esta especie disminuya. La profesora Judith Denkinger, de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), indicó a El Universo, que los ríos contaminados con pesticidas y herbicidas, así como el ruido de las construcciones, el tráfico marítimo, afecta a los delfines: “Hay que revisar el uso de pesticidas en las zonas agrícolas, con eso podemos darles un respiro”, indica Denkinger.
Los contaminantes como el mercurio y el plomo también se acumulan dentro de los delfines: “Cuando la hembra da de lactar da una inyección de leche y de todos estos contaminantes, entonces las crías desarrollan un sistema inmunológico débil y no tienen la posibilidad de llegar a la adolescencia”, señaló la catedrática, según recogió El Universo.
Además se debe trabajar en plantas de tratamiento para las poblaciones que vierten sus aguas residuales en los ríos que desembocan en el Golfo de Guayaquil.