Qué pasó con las aves después de las quemas

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¿Qué pasó con las aves que vivían en la isla, luego de los incendios del año pasado? Esa es la pregunta que se hicieron investigadores santafesinos tras las quemas que se replicaron en toda la región. Es que con la quema de los árboles las aves perdieron sus nidos, dónde refugiarse y de qué alimentarse frente a la devastación de la flora.

Para saberlo, un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Rosario está estudiando qué efectos provocó el fuego en las aves del humedal. En un primer viaje, hicieron un reconocimiento del territorio, específicamente en la isla “Los Mástiles” frente a la Reserva Natural de Granadero Baigorria, al norte del puente Rosario – Victoria. Allí recorrieron zonas que fueron afectadas por las quemas y otras que no, con la intención de comparar y analizar cómo afectó al ecosistema y luego, ver su evolución en el tiempo.

La coordinadora del grupo, Caterina Barisón, explicó que para observar aves se necesita tranquilidad y silencio, así que apenas llegaron a la isla debieron apartarse del resto de los investigadores de la Universidad que también cruzaron para realizar otros tipos de estudios. En un segundo viaje, hacia finales de 2020, el equipo acampó en el lugar para realizar el primer muestreo de aves. Y la semana pasada volvieron al lugar para continuar con las tareas.

Acompañan a Barisón en la investigación las Licenciadas en Recursos Naturales Julia Gastaudo y Jorgelina Asmus y el estudiante Agustín Duarte. Además participan integrantes del grupo auto convocado “Ambientalistas de Baigorria”, Georgina Papini, Juan Ignacio Ladeveze, Guillermo Federico Bordin y el Club de Observadores de Aves COA Federal Rosario a través de su coordinador Cesar Giarduz.

“Se espera que la diversidad de aves sea mayor en las áreas que quedaron intactas frente a las quemadas, donde ya no cuentan con tantos recursos para alimentarse, refugiarse o dormir,” supuso la Licenciada en Biodiversidad, y aclaró que las aves también brindan servicios ecosistémicos. Por ejemplo, se alimentan de frutos y semillas, y estos, al pasar por su tracto digestivo, se ablandan. Cuando defecan, mientras vuelan sobre la isla, pueden ayudar a poblar de vegetación nativa aquellas áreas que se quemaron, es decir que “contribuyen a la restauración del ecosistema”.

“No siempre se puede ver el ave pero sí escucharla, identificar el canto y saber qué especie es”, dice Barisón, al recorrer los puntos que habían establecido previamente con imágenes satelitales y muestrear las aves que veían o escuchaban. La observación la hacen con ayuda de binoculares y telescopios porque en algunos casos las aves están lejos y es necesario identificarlas. También utilizan una aplicación para celulares que permite reproducir el canto de cada especie de ave y así se despejan dudas.

El muestro pretende dar cuenta de que las aves se trasladan por la isla sin problemas. En algunos sectores donde todavía quedan pequeños humedales en medio de la laguna, hay muchas aves playeras, garzas, patos, chajá. Y en aquellas zonas que estuvieron quemadas, la diversidad podría ser menor porque al estar los árboles quemados, se reduciría la cantidad disponible para que se puedan posar, anidar o alimentarse. Allí observaron más rapaces, dado que al estar más despejado el ambiente, lleno de cenizas, sería más fácil para estas aves la caza de pequeños roedores o reptiles. También registraron la presencia de varias especies de paseriformes (pajaritos).

El equipo tiene planificado visitar la isla entre una y dos veces por estación del año. En primavera y verano, tienen que registrar la visita de las aves migratorias que vienen desde el norte. “Queremos ver quiénes llegan a la isla e intentar observar qué uso de los recursos hacen”, dijo la especialista.

“Es muy importante sentar precedente, saber qué sucede en el delta del Paraná, cómo afectó el fuego, cómo responde el ecosistema, cómo se restaura con el paso del tiempo. Es tener una idea de qué le pasa a nuestros humedales después del fuego”, resaltó.

Abundancia y diversidad de aves

Las aves constituyen el grupo de vertebrados más diversos del Delta del río Paraná ya que en esta región convergen especies de diferentes lugares. Por un lado, las especies amazónicas como el arañero silbador (Basileuterus leucoblepharus) y la mosquetita (Phylloscartes ventralis); y por otro, especies típicas de la región pampeana como el curutié pardo (Cranioleuca sulphurifera) y la perdiz chica (Nothura maculosa). Por último, también hay especies chaqueñas como los carpinteritos (Melanerpes cactorum y Picumnus cirratus), el pepitero chico (Saltatricula multicolor) y el titiriji ojo dorado (Todirostrum margaritaceiventer). Esta región también representa un importante hábitat para especies migratorias.

Se encuentran registradas aquí unas 260 especies de aves no paseriformes, muchas de las cuales están clasificadas como amenazadas en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

Cabe señalar por último que los investigadores tratarán de determinar la diversidad de aves a través de muestreos comparativos en las diversas zonas quemadas y no quemadas.

Monitoreo de la recuperación del humedal del Delta

Además del estudio en particular de las aves, un equipo de investigadores más amplio lleva adelante un monitoreo del impacto y la recuperación del humedal del Delta Superior del río Paraná luego de los incendios que castigaron toda la zona desde el año pasado. Se trata de una mirada transdisciplinar, con el aprovechamiento de los conocimientos y las capacidades de cada científico. El mismo es una iniciativa de la Plataforma Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), a través de su director, el Dr. Arístides Pochettino, bajo la coordinación de la Ing. Clara Mitchell.

Se trata de un estudio innovador ya que es la primera vez que se realiza un análisis abarcando tantas disciplinas de manera conjunta sobre los efectos de los incendios en el Delta del Paraná. El mismo abarca un periodo temporal de dos años y se realiza en el Delta Superior del río Paraná, comenzando en el Islote de los Mástiles, ubicado frente a las ciudades de Granadero Baigorria y Capitán Bermudez, aguas arribas del Puente Rosario-Victoria, entre el canal principal y el paso destilería. Este islote tiene una superficie de 914 hectáreas, según la mensura realizada en 2004 por la Facultad de Ciencias Exactas, Ingenierías y Agrimensuras de la UNR, y está catalogado como “Zonas de muy alto grado de conservación que no deben transformarse”, según el Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos – Ley Provincial Nº 13372.

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