La tortuga terrestre Chelonoidis Chilensis está en peligro de extinción. Si bien el principal motivo es la destrucción de su hábitat, también existen otras causas: su extracción del ambiente natural para domesticar y llevársela a la casa como animal de compañía; y la introducción de nuevos depredadores como el jabalí y los perros salvajes. Esta tortuga es una gran consumidora de frutos y colabora en la dispersión y germinación de algunas semillas, por esta razón tiene un importante rol ecológico.
La doctora Erika Kubisch (integrante de INIBIOMA, CONICET y la UNCo) y la licenciada María Eugenia Echave monitorean la población de estas especie de tortugas terrestres en los alrededores de San Antonio Oeste. El proyecto funciona desde diciembre de 2016 en la zona, y aseguran que llegaron a esta situación por la reducción, modificación y destrucción del hábitat, debido a la expansión de la frontera agropecuaria. A eso se le suma el tráfico de fauna: es el reptil autóctono más comercializado en el mercado ilegal de animales del país.
La especie Chelonoidis Chilensis está incluida en el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES) y es considerada como “vulnerable” a nivel internacional por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, y a nivel nacional por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y la Asociación Herpetológica Argentina.
La iniciativa del programa de protección surgió en conjunto por parte de las profesionales, ante la notoria disminución de la especie. María Eugenia comentó que es nacida y criada en San Antonio Oeste, “y siempre íbamos al campo, pero cada vez que llovía teníamos que bajarnos de la camioneta para retirar a las tortugas que se juntaban en el camino para beber de los charcos. Eso hoy ya no se ve”.
“Cuando empezamos a involucrarnos más en el tema, nos fuimos dando cuenta de todas las problemáticas que está sufriendo la especie. Sin darnos cuenta, empezamos a dedicarle más tiempo a las acciones de conservación que al estudio en sí de la especie, y así fue como decidimos arrancar con el programa”, aclaró. Además, indicó que “asesoramos a la población en general y a ciertas áreas en particular. Además de la recuperación de individuos heridos, divulgamos y concientizamos a través de carteles, flyers, charlas y concursos”.
El programa lleva 6 años de intensos muestreos en los que se va optimizando la metodología diariamente. Son muchos los voluntarios que ayudan: la médica veterinaria Mora Ibáñez; los ingenieros y físicos del Centro Atómico de Bariloche y del Instituto Balseiro, Laila Kazimierski, Julien Joseph, Nicolás Catalano y Karina Laneri ; y el binomio canino de detección para la conservación, Alex Tersoglio y Kenya Campos Haedo (ambas dueñas y entrenadoras de “Darwin”, un basset hound que está siendo entrenado para encontrar en el campo tortugas vivas y nidos de tortugas, que son imposibles de detectar para el ojo humano).
En la zona de estudio, durante los meses de verano, hay una gran afluencia de turistas a los balnearios; y esto provoca un gran peligro para ellas. “En esa época, las tortugas se encuentran en su temporada reproductiva y se desplazan mucho, por lo que es común verlas en los costados de las rutas o intentando cruzar. En estas ocasiones, mucha gente se las lleva como mascotas o pensado que están perdidas, y desgraciadamente muchas de ellas también son atropelladas”, argumentó Echave. “Recomendamos no liberar ejemplares que hayan sido domesticados ni trasladarlas de un lugar a otro. Esto se debe a que pueden transmitir enfermedades a la población silvestre”, sumó.
En el caso de encontrar a una tortuga en su ambiente natural (o cruzando una ruta), lo mejor es tratar de no manipularla o hacerlo lo más suavemente posible, para evitar que se estrese y orine. ¿Por qué es fundamental esto último? Porque estas tortugas reservan su orina durante largos períodos de tiempo y la reciclan continuamente, hasta lograr obtener una nueva fuente de agua. Por eso es importante, ya que pueden llegar a deshidratarse posteriormente. “En el caso de encontrarlas, se recomienda correrlas del lugar de peligro monte adentro, siempre en dirección hacia donde se dirigía”, explicó.
En la actualidad, en forma conjunta con la Secretaria de Ambiente y Cambio Climático de Rio Negro, se evalúa la posibilidad de armar un protocolo. Parte de esta investigación se realiza gracias a diferentes organizaciones como Foncyt y Conicet. Sin embargo, todas las acciones que implican rescates, traslados, rehabilitaciones, charlas y difusión son sostenidas por las investigadoras y gracias a algunas donaciones, por eso también ofrecen remeras y calcos para poder cubrir algunos gastos. Para cualquier persona que le interese colaborar o hacer algún aporte o donación, comunicarse a través del Facebook “Conservación de la tortuga terrestre en Patagonia” o escribir a [email protected].
Una visita particular: Darwin, el perro que protege a las tortugas.
Darwin es el nombre del perro basset hound más popular de Villa La Angostura. Para Semana Santa vino de visita a San Antonio Oeste a conocer las tortugas, en apoyo al programa, del que participan junto a sus responsables y entrenadoras, Alex Tersoglio y Kenya Campos Haedo.
Como principal objetivo, además de encontrar los individuos (que naturalmente son difíciles de ver debido a su color y tipo de refugio) , está el poder encontrar los nidos en la naturaleza para protegerlos de los depredadores y del pisoteo por el ganado. Las crías son altamente vulnerables debido a su pequeño tamaño y, al ser una especie tan longeva, su madurez sexual se alcanza recién entre los 15 y 20 años de vida. Por todo esto, la recuperación de la especie es muy lenta, ya que muy pocos individuos llegan a ser adultos reproductores. Así, Darwin podrá ayudar a que la especie pueda empezar a sobreponerse con el tiempo.
La visita de los expertos
En enero, tres biólogos extranjeros especialistas en tortugas del desierto visitaron el lugar en apoyo al programa.
Entre ellos, destaca la científica norteamericana Alice E. Karl, quien trabaja en la conservación de la Tortuga del Desierto de Estados Unidos, desde 1975. Karl hizo hincapié en la importancia de leyes para financiar su protección: “Vine a conocer el trabajo de Erika y María Eugenia y admiro la cantidad de acciones para conservar a la Tortuga Terrestre en la zona, con los pocos recursos que cuentan”, expresó en ese entonces.
“Son muchos los factores que hacen vulnerable a la especie”, indicó la científica. Además, resaltó que es muy comparable con lo que sucede en el hemisferio norte, donde “uno de los problemas es que mucha gente se lleva las tortugas para mascotas y que también se registran datos de cada ejemplar que se observa, porque son necesarios para conocer que les afecta, ya que son muy vulnerables». También se refirió a que el mayor depredador de esta zona es el humano. En este aspecto, algunas de las acciones que dieron resultados en Estados Unidos se podrían aplicar aquí. Por último se refirió que el objetivo primordial es “la conservación de las tortugas y su hábitat”.