Tailandia, uno de los principales mercados no regulados de marfil, ha cedido a las presiones de ser el anfitrión de la Convención sobre el Comercio Internacional de Flora y Fauna (CITES, en sus siglas en inglés) y se ha comprometido a cambiar la legislación para poner fin al tráfico ilegal de cuerno de elefante y cumplir la normativa internacional.
Las redes aprovechan las leyes tailandesas, que permiten la venta de marfil de elefantes domésticos, para lavar grandes cantidades de este codiciado material utilizado como decoración, regalos de lujo y recuerdos de viaje.
La primera ministra tailandesa, Yingluch Shinawatra, recibió el sábado, durante la inauguración de la convención, 1,5 millones de firmas que reclamaban el fin de esta situación. “Nadie se preocupa más por los elefantes que el pueblo tailandés”, defendió la mandataria. El representante de la organización ecologista WWF, Carlos Drews, reclamó un calendario para incluir esta prohibición y asegurarse de que se aplica con urgencia. “La matanza de elefantes continúa”, recordó.
Organizaciones como WWF y Traffic acuden a la cita con la intención de señalar a los países que fomenten el tráfico de especies ilícitas, que generan la muerte de más de 30.000 elefantes africanos cada año y pedir restricciones comerciales estrictas.
Las naciones diana son Tailandia, Nigeria y la República Democrática del Congo. Las dos últimas se consideran especialmente problemáticas en cuanto a emisiones de marfil ilegal, tanto por servir de puente a otros países, como por albergar dos de los mercados domésticos más importantes del continente.