Un nuevo mosquito de la malaria se multiplica en las ciudades africanas y las consecuencias de esa invasión podrían resultar devastadoras para la población, sostiene un comunicado del Centro Médico de la Universidad Radboud de los Países Bajos, una de las participantes del estudio publicado la revista Emerging Infectious Diseases.
El motivo de preocupación son las larvas del ‘Anopheles stephensi’, el principal mosquito vector (organismo trasmisor de patógenos infecciosos) de la malaria en la India, que están ahora “abundantemente presentes” en los contenedores de agua de varias ciudades de Etiopía, Sudán y Yibuti, según los datos que aportó al estudio el Instituto de Investigación Armauer Hansen de Etiopía.
Los vectores más comunes de la malaria en África son los mosquitos ‘Anopheles gambiae’ y ‘Anopheles funestus’. Sin embargo, se descubrió que la especie invasora ‘Anopheles stephensi’ resultó mucho más susceptible a los parásitos autóctonos de la malaria que los mosquitos ‘nativos’.
Los científicos examinaron dos colonias: la indígena ‘Anopheles arabiensis’ y la invasora ‘Anopheles stephensi’. Los mosquitos fueron alimentados con sangre contaminada con malaria. Como resultado, en la colonia de especies invasoras se descubrieron mucho más individuos infectados con el parásito de la malaria.
“Para nuestra sorpresa, el mosquito asiático resultó ser aún más susceptible a los parásitos locales de la malaria que nuestra colonia de mosquitos etíope. Este mosquito parece ser un esparcidor extremadamente eficaz de las dos principales especies de malaria”, señala Teun Bousema, uno de los autores del estudio.
Esto indica que los insectos pueden causar un aumento significativo de la malaria en las ciudades de África, un continente donde la malaria ha sido tradicionalmente una enfermedad rural, con niveles mucho más bajos o ausencia de este mal en las urbes.
Ante la inminente amenaza para las poblaciones urbanas, los investigadores advirtieron que se deben tomar medidas urgentes para detener la propagación de los mosquitos invasores a otras áreas urbanas del continente africano.
El estudio se realizó en Awash Sebat Kilo (Etiopía), una zona de transmisión ‘tradicional’ de la malaria, en abril-septiembre de 2019.