La actividad generó controversia, ya que suele implicar la captura de crías menores de un año, justo después del destete, facilitando su adaptación al cautiverio. Además, el proceso de captura y traslado plantea preocupaciones sobre el bienestar de los animales, pues deben aprender a alimentarse con pescado procesado y a depender de los humanos para su supervivencia.
Según la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara), se siguen protocolos estrictos para garantizar el bienestar de los animales. La supervisión está a cargo de veterinarios privados y técnicos de la institución, quienes se ocupan de verificar que los lobos marinos se mantengan en condiciones adecuadas.
No obstante, Lourdes Casas, fundadora de la ONG Socobioma, cuestiona la falta de transparencia en el proceso. “No hay un seguimiento real sobre el destino final de los animales. Se supone que van a oceanarios, pero esa información no está disponible”, denunció en declaraciones al diario El País.

El negocio de la exportación
Históricamente, los lobos marinos fueron explotados por su piel, grasa y carne, pero la prohibición de la caza en 1991 llevó a una transformación del negocio, enfocándose en la venta de ejemplares vivos.
Las cifras de exportación variaron en los últimos años. Entre 2012 y 2019, el comercio alcanzó su punto máximo en 2016, cuando 166 ejemplares fueron vendidos, de los cuales 128 fueron enviados a China. Otros destinos incluyen Tailandia, Vietnam y Japón. Sin embargo, la actividad se redujo drásticamente en 2020 debido a la pandemia y a la gripe aviar.
El precio de cada lobo marino varía según su género: Dinara cobra 87.000 pesos por cada macho y 118.000 pesos por cada hembra. No obstante, en el mercado internacional, los ejemplares pueden revenderse por hasta 25.000 dólares, especialmente las hembras, que tienen menor capacidad de reproducción en cautiverio.
Ante esta situación, la inclusión de la Isla de Lobos en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas despertó críticas del intendente de Maldonado, quien argumenta que esto limita el potencial turístico del área. Mientras tanto, el debate sobre la exportación de lobos marinos sigue abierto, con cuestionamientos sobre su impacto en la conservación y el verdadero beneficio económico que deja al país.
Caza de lobos marinos en Uruguay
En Uruguay, la captura de lobos marinos vivos está coordinada y fiscalizada entre el 1 de abril y el 31 de octubre de cada año. Para esto, se deben cumplir una serie de requisitos. Una de ellas es que la Dirección de la DINARA autorice el orden de las capturas y entregas.
Por otra parte, se debe pagar la totalidad de los ejemplares del lote solicitado y los gastos de la captura, como también solicitar la Constancia de Origen luego de realizar el pago a través de la Pasarela de Pagos.
Estos puntos quedaron estipulados en la Resolución 206/2024, en la cual se realizó la actualización del documento “Requisitos para la adquisición, manejo en cautiverio y exportación de ejemplares vivos de lobos marinos vivos en Uruguay”. Allí, se recomienda modificar el procedimiento relacionado a la venta de ejemplares vivos.
En el Parque Nacional Cabo Polonio, en Rocha, se puede avistar una gran colonia de lobos marinos en su hábitat natural.
Fuente: La Red 21.