El conocimiento ‘cultural’ de los animales salvajes debe ser ternido en cuenta al planificar los esfuerzos internacionales de conservación.
Un artículo presenta un caso convincente de que la creciente evidencia científica sobre el aprendizaje social en una amplia gama de especies, que puede conducir a culturas animales únicas, es importante tanto para la práctica de la conservación como para la política de conservación.
Los conocimientos sobre las culturas de los animales pueden proporcionar información valiosa sobre los grupos de animales que deben conservarse y sobre la mejor forma de conservarlos.
Por ejemplo, comprender cómo las abuelas de las ballenas asesinas transmiten información valiosa a sus descendientes, o por qué algunos grupos de chimpancés tienen la cultura de partir nueces nutritivas con herramientas de piedra, mientras que otros no, pueden ser clave para evaluar los desafíos de conservación de dichas especies.
En muchas especies animales, los jóvenes inexpertos aprenden habilidades de supervivencia clave al observar a los ancianos conocedores en su grupo social.
Esto incluye aprender sobre cómo comunicarse, cómo recoger alimentos de manera eficiente y hacia dónde migrar cuando las condiciones se vuelven menos hospitalarias.Por ejemplo, la transmisión de conocimientos sobre las rutas de migración en grullas ferina y borregos cimarrones puede proporcionar información crítica para el éxito de las generaciones futuras.
A diferencia de la transmisión genética, el conocimiento social puede pasarse de generación en generación, por lo que se puede compartir el conocimiento sobre las nuevas fuentes de alimentos, lo que podría proporcionar resistencia en entornos cambiantes.