El flujo constante de oxÃgeno y nutrientes en el océano es clave para que los animales marinos se alimenten y respiren, pero ese delicado equilibrio es más difÃcil de mantener de lo que pensábamos hasta ahora.
Una nueva investigación ha revelado que la deriva continental afecta a ese flujo radicalmente y que incluso una pequeña variación podrÃa acabar con todos los animales del mar que no sean capaces de sobrevivir cerca de la superficie.
En los océanos se produce un ciclo que se repite de manera constante y que es clave para el mantenimiento de la vida submarina. Cuando el agua de la superficie del océano se acerca al polo norte o al polo sur, se enfrÃa y se vuelve más densa cayendo al fondo. En ese viaje lleva consigo oxÃgeno extraÃdo de la atmósfera terrestre que sirve a los animales del fondo marino para respirar.
Al mismo tiempo hay otro flujo de agua que hace el camino inverso y que lleva nutrientes liberados por la materia orgánica en el fondo marino a la superficie. Estos nutrientes sirven de alimento para el plancton y los animales que viven en el mar.
El estudio de los investigadores de la Universidad de California Riverside, publicado en la revista Nature, tiene en cuenta por primera vez el efecto de la deriva continental en este flujo y el resultado ha sorprendido a los propios investigadores. Los modelos que han creado indican que la circulación de oxÃgeno y nutrientes podrÃa terminarse de forma repentina.
“La deriva continental parece lenta, como si nada drástico pudiera surgir de ella, pero cuando el océano está listo, incluso un evento aparentemente minúsculo podrÃa desencadenar la muerte generalizada de la vida marina”, explica Andy Ridgwell, geólogo de la Universidad de California en Riverside y uno de los autores del nuevo estudio.
“Hace muchos millones de años, no mucho después de que se iniciara la vida animal en el océano, toda la circulación oceánica mundial parecÃa detenerse periódicamente. No esperábamos encontrar que el movimiento de los continentes pudiera hacer que las aguas superficiales y el oxÃgeno dejaran de hundirse, y que posiblemente afectara dramáticamente a la forma en que la vida evolucionó en la Tierra”.
Los modelos que se usaban hasta ahora para estudiar la evolución del oxÃgeno marino en los últimos 540 millones de años no tenÃan en cuenta la circulación oceánica. Estos modelos llevaban a la conclusión de que la anoxia oceánica —la desaparición del oxÃgeno en el océano— se producirÃa por un descenso de las concentraciones de oxÃgeno atmosférico.
“Los cientÃficos suponÃan anteriormente que los cambios en los niveles de oxÃgeno en el océano reflejaban en su mayorÃa fluctuaciones similares en la atmósfera”, explica Alexandre Pohl, lÃder del estudio e investigador de la Universidad de Borgoña Franche-Comté, en Francia. Ahora, gracias a un complejo modelo informático, los investigadores han podido hacer una representación en tres dimensiones del océano que tiene en cuenta las corrientes oceánicas.
Asà han podido observar cómo la interrupción de la circulación global del agua conduce a una gran diferencia entre los niveles de oxÃgeno en las zonas superiores e inferiores. También han descubierto que un parón de este flujo hizo que durante decenas de millones de años todo el fondo marino, excepto los lugares menos profundos cerca de la costa, perdiera por completo el oxÃgeno. Este parón duró hasta el principio del periodo Silúrico, hace unos 440 millones de años.
“El colapso de la circulación habrÃa sido una sentencia de muerte para todo lo que no pudiera nadar más cerca de la superficie y del oxÃgeno vital aún presente en la atmósfera”, afirma Ridgwell.
Los investigadores no han entrado a valorar si es posible un parón del flujo oceánico similar en el futuro. Según ellos, es difÃcil identificar cuándo podrÃa producirse un colapso o qué lo desencadenarÃa. Pero lo que sà han dicho es que los modelos climáticos existentes confirman que el aumento del calentamiento global debilitará la circulación oceánica.
De hecho, aseguran, algunos de estos modelos predicen un posible colapso del flujo que comienza en el Atlántico Norte. “NecesitarÃamos un modelo climático de mayor resolución para predecir un evento de extinción masiva”, dijo Ridgwell. “Dicho esto, ya nos preocupa la circulación del agua en el Atlántico Norte en la actualidad, y hay pruebas de que el flujo de agua hacia la profundidad está disminuyendo”.