Un grupo de investigadores del Instituto Antártico Argentino (IAA) será desplegado este verano en la Base Brown, con el propósito de indagar los hábitos alimenticios y ciclos reproductivos de distintas especies de peces antárticos y dar cuenta asà del posible impacto del cambio climático en esas poblaciones y cómo fueron recuperándose las afectadas por la sobrepesca durante el siglo pasado.
Una parte importante de la información producida por estas investigaciones forma parte de la base cientÃfica con la que la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (Ccrvma) administra las áreas de pesca en aguas antárticas. Uno de los objetivos centrales: prevenir que las especies con valor comercial entren en situaciones crÃticas como sucedió en la década de 1970.
La doctora en Ciencias Naturales, investigadora del Conicet y directora del proyecto de IctiologÃa Antártica del IAA, Eugenia Moreira, afirmó en diálogo con Télam que “el conocimiento que disponemos de la ictiologÃa antártica es limitado. TodavÃa no conocemos la ecologÃa o el ciclo de vida completo de muchas de las especies que viven en aguas antárticas”.
Moreira sostuvo: “Nuestra tarea consiste en monitorear las poblaciones, investigar la ecologÃa general y la evolución de los peces antárticos presentes en el sector atlántico del océano austral, en lo que se conoce como ‘Arco de Scotia’, principalmente en el área de las Islas Shetland del Sur y en el oeste de la PenÃnsula Antártica”.
“En la actualidad el mayor desafÃo para las poblaciones de peces antárticos es el cambio climático, porque el aumento de la temperatura y la disminución de la salinidad del agua podrÃa traer diferentes cambios en la estructura de esas comunidades; conocer qué es lo que comen permite saber si en algún momento esa cadena trófica puede verse afectada por la poca tolerancia a este fenómeno por parte de alguna de las especies que la componen”, señaló.
La investigadora indicó que “también es muy importante conocer los ciclos reproductivos de los peces antárticos para evaluar hasta dónde esas poblaciones pueden tolerar la actividad de las pesquerÃas; tanto los peces como el krill son recursos naturales renovables muy valiosos en términos económicos que deben tener una administración sustentable porque además representan eslabones intermedios en la cadena trófica de la Antártida”.
“En la década de 1970 hubo una sobreexplotación de recursos como los peces y el krill que llevó a algunas de esas poblaciones casi al colapso; la intervención de la Ccrvma permitió establecer zonas en las que se suspendió la pesca de peces y nosotros monitoreamos en área de las Islas Shetlands del Sur con el fin de evaluar cuáles especies pudieron recuperarse, cuáles no, y poner toda la información a disposición de la Ccrvma para la elaboración de las medidas de conservación adecuadas”, agregó.
Moreira puntualizó: “En la zona de las Islas Shetlands del Sur, al norte de la PenÃnsula Antártica, las especies Notothenia rossii y Gobionotothen gibberifrons fueron muy afectadas por la sobrepesca, de los relevamientos que venimos realizando surge que las poblaciones de Notothenia rossii se fueron recuperando pero no hay indicios de que haya sucedido lo mismo con las de Gobionotothen gibberifrons en este área”.
“Este verano el equipo que comparto con los doctores Esteban Barrera Oro y Manuel Novillo, y el técnico Carlos Bellisio va a trabajar en la Base Brown desde el 20 de enero hasta el 2 de marzo junto al personal de las fuerzas armadas que tiene a su cargo las tareas logÃsticas para realizar tareas cientÃficas de nuestro proyecto y también de otros grupos de investigación”, detalló.
La bióloga resaltó que “la base Brown solo se abre durante los veranos por lo que es muy importante prever la planificación de todo aquello que podamos necesitar, una vez que llegamos allà debemos primero descargar todo y acondicionar las instalaciones, y después comenzamos con los muestreos para los que todos los dÃas le dedicamos entre tres y cuatro horas diarias a las pesca con redes; todos los ejemplares son medidos y devueltos, salvo algunos que se dedican a la investigación en laboratorio”.
“La base Brown está ubicada en la BahÃa ParaÃso, uno de los paisajes más bellos de la Antártida por lo que es de las más visitadas por los turistas; trabajar en la Antártida es maravilloso por el escenario incomparable que también le pone muchas limitaciones a las tareas cientÃficas, por eso la presencia ininterrumpida de Argentina es muy valiosa y por eso todo nuestro trabajo se aporta a los ámbitos de conservación para que sirva como insumo de una administración sustentable de recursos que son muy valiosos”, completó Moreira.
La base Brown está ubicada a unos 1.100 kilómetros de la ciudad fueguina de Ushuaia y a 3.300 de Buenos Aires al pie de un morro de 70 metros en la penÃnsula Sanavirón al oeste de la penÃnsula Antártica sobre la costa Danco, un lugar que presenta una temperatura media anual de 5 grados bajo cero.
Fuente: Telam