Italia: Encontraron la tumba del ‘niño vampiro’ y resolvieron un enigma histórico

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Un grupo de arqueólogos han descubierto en un asentamiento romano, la villa di Poggio Gramignano, en Lugnano in Teverina, Italia, una práctica funeraria sobre los restos de un niño de 10 años que ha dejado a los expertos desconcertados.

En este ‘entierro vampírico’, como lo han calificado, el menor recibió sepultura hace 1600 años, con una piedra en la boca, una práctica ritual llevada a cabo para evitar que los cadáveres se levantasen de entre los muertos.

‘Nunca había visto nada igual. Es extremadamente espeluznante y raro’, dijo el arqueólogo de la Universidad de Arizona, David Soren, que ha supervisado las excavaciones en este lugar durante más de tres décadas. Según las pruebas analizadas a partir de los huesos del niño, conocido como el ‘vampiro de Lugnano’, el menor padecía malaria en el momento de su fallecimiento.

Se cree que la piedra en la boca se colocó para evitar que se propagase su enfermedad al resto de la comunidad. La tumba de ele menor es una de las últimas cinco sepulturas halladas en ese asentamiento, un cementerio de niños donde hay decenas de cuerpos y evidencias de prácticas de brujería, como huesos de sapo, garras de cuervos y calderos de bronce.

Este nuevo descubrimiento se ha dado a conocer esta semana. Por el momento, todavía se desconoce el sexo del esqueleto del niño ‘vampiro’, si bien es el más mayor de los cuerpos identificados hasta la fecha en ese lugar.

Según han indicado los arqueólogos, la mandíbula abierta y las marcas de dientes en la superficie de la piedra muestran que el objeto se colocó intencionadamente en la boca. Este tipo de entierros poco habituales han sido localizados en lugares tan dispares como Venecia donde en el 2009 fue encontrado enterrado el cuerpo de una mujer del siglo XVI, con una piedra en la boca y fue llamada ‘el vampiro de Venecia’, y en 2017 fue hallado en Northamptonshire, Inglaterra, el esqueleto de un hombre del siglo III o IV, sepultado boca abajo y con la lengua cortada y reemplazada por una piedra.

Otros métodos como el desmembramiento de cuerpos y la presencia de estacas en el corazón hacen pensar que se llevaron a cabo métodos para evitar que estos ‘vampiros’ resucitasen para atormentar a los vivos. ‘Se trata de un tratamiento mortuorio muy inusual que se ve de varias formas en diferentes culturas, especialmente en el mundo romano, que podría indicar que existía el temor de que esta persona pudiera regresar de entre los muertos y tratar de transmitir la enfermedad a los vivos’, explica Jordan Wilson, bioarqueólogo y estudiante de doctorado.

Pero la mayor respuesta que entrega la tumba del niño es histórica. Por el tiempo que lleva enterrado (1600 años), ahora se sabe que a mediados del 400 hubo una epidemia de malaria. ¿Que tiene que ver con la historia?

En el 452 los hunos avanzaban por la actual Italia con Atila a la cabeza, destruyendo todo a su paso. El Papa en aquel momento, León I, desesperado que los vándalos llegaran a Roma y la destruyeran, viajó hasta Verona para reunirse con el jefe huno. El escritor latino Sidonio Apollinare Gaio Sollio relató lo sucedido en ese encuentro. El Papa le avisó a Atila que tuviera en cuenta el poderío del ejército romano y que si ‘atravesaba el valle del Tíber, él y sus hombres morirían por una ‘pestilencia’ que los azotaría’. Esa pestilencia ahora tiene nombre: era una epidemia de malaria.

La villa donde se encontró este cementerio, fue construida en la región de Umbria en el siglo I antes de Cristo y abandonada de manera rápida e imprevista en el siglo V.

En la villa se encontraron enterrados decenas de niños y fetos, también se encontraron esqueletos de cachorros de perro, algunos decapitados. ¿Porqué este ritual? El sacrificio de esta clase de animales servía para aplacar la ira de los dioses inferiores y la sangre del animal se usaba para curar enfermedades, como el engrosamiento del hígado, típico en aquellos afectados por la malaria. 

En ‘niño vampiro’ encontrado muestra en sus huesos claros signos de malaria. Se nota especialmente en sus dientes.

¿Y el descubrimiento histórico?, se preguntará el lector. Hasta hoy se creía que Atila había abandonado Italia porque el Papa León I le había entregado una inmensa cantidad de oro y joyas. Lo cierto es que el rey de los hunos era supersticioso, y dos cosas le metieron miedo: en el 410, Alarico saqueó Roma, y no bien cruzó el Tíber murió imprevistamente. Y a eso hay que sumarle que Atila veía como muchos de sus hombres morían de una rara enfermedad, que ahora se sabe era la malaria.

Atila cruzó la frontera y volvió a su palacio más allá del Danubio. Y pocos meses después murió de la manera menos esperada y tal vez más deseada por muchos. Había contraído matrimonio con una joven llamada Ildico y mientras estaba haciendo el amor con ella sufrió una grave hemorragia nasal y murió asfixiado.

Otra versión menos romántica dice que Ildico le atravesó una daga en la cabeza. Sea como fuere, 1600 años después se supo una verdad histórica: Atila tenía miedo. Y una epidemia de malaria lo echó de Italia.

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