Expertos realizaron una investigación que revela que los niños son más vulnerables a los efectos del cambio climático.
Esto se debe a sus diferencias anatómicas, cognitivas, inmunológicas y psicológicas. Los niños y adolescentes son más vulnerables a eventos relacionados con inundaciones, sequías y olas de calor que los adultos.
Por su pequeña estatura, los bebés y los niños son particularmente vulnerables a la deshidratación y al estrés por las altas temperaturas. Durante las olas de calor, puede ser que los niños se vean afectados por enfermedades respiratorias, enfermedades renales y fiebre.
Las olas de calor agravan las alergias y la contaminación del aire que afectan a los niños de una forma más estricta que a los adultos, porque respiran a un ritmo más rápido que los mayores.
Las temperaturas más altas también pueden expandir la gama de enfermedades transmitidas por vectores, como el virus Zika que, a partir de la epidemia de 2015, afecto las vidas de los niños y sus familias en América Latina y el Caribe.