Un nuevo estudio de la Universidad de Brunel, Londres, ha revelado que la sacarina, un edulcorante artificial común, podría desempeñar un papel clave en la lucha contra bacterias resistentes a los antibióticos.
Este descubrimiento abre nuevas posibilidades en la medicina y el control de infecciones hospitalarias.
La resistencia antimicrobiana: un problema global
La resistencia antimicrobiana (RAM) ya causa más de 1,27 millones de muertes anuales, con implicaciones en casi 5 millones de fallecimientos.
Bacterias como Acinetobacter baumannii y Pseudomonas aeruginosa son especialmente peligrosas en hospitales, afectando a pacientes inmunodeprimidos. Según la Organización Mundial de la Salud, estas cepas están entre las amenazas más urgentes.
¿Cómo actúa la sacarina contra las bacterias?
Los investigadores han descubierto que la sacarina:
- Rompe la pared celular de las bacterias, haciendo que se deformen y mueran.
- Facilita la acción de los antibióticos, permitiendo su entrada en la célula bacteriana.
- Interfiere con la replicación del ADN, causando un crecimiento descontrolado que debilita las bacterias.
También desactiva su sistema de defensa, alterando las proteínas que protegen la membrana externa, lo que provoca rupturas similares a las que causan los antibióticos β-lactámicos.
Eficacia contra biofilms y cepas resistentes
Las bacterias suelen agruparse en biofilms, estructuras difíciles de eliminar con antibióticos. La sacarina:
- Previene la formación de nuevos biofilms.
- Descompone biofilms preexistentes, incluso en ambientes con múltiples especies bacterianas.
- Potencia el efecto de antibióticos como los carbapenémicos, reduciendo la resistencia bacteriana.
Aplicaciones clínicas: tratamiento de heridas
En pruebas de laboratorio con piel de cerdo, se usaron hidrogeles con sacarina para tratar quemaduras.
Los resultados mostraron menos infecciones en comparación con los apósitos de plata, actualmente el estándar en tratamientos.
Impacto sostenible en medicina
La incorporación de la sacarina en tratamientos podría:
- Reducir el uso excesivo de antibióticos, frenando la aparición de nuevas resistencias.
- Acelerar su implementación clínica, al ser un producto ya aprobado para consumo humano.
- Minimizar el impacto ambiental de los tratamientos sistémicos, limitando su uso en medicina y agricultura.
Un descubrimiento con potencial global
Este avance abre un nuevo horizonte en la lucha contra infecciones resistentes, ofreciendo una alternativa innovadora y accesible.
La capacidad de la sacarina para alterar la estructura bacteriana podría ser clave en el desarrollo de tratamientos más eficaces.