Los chimpancés no sufren apegos dañinos en la naturaleza: son emocionalmente más estables que los humanos

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La relación entre los niños y sus cuidadores es crucial para el desarrollo emocional y social, pero ¿ocurre lo mismo con nuestros parientes evolutivos más cercanos? Un nuevo estudio internacional sugiere que sí, pero con la diferencia de que los chimpancés no sufren apego dañino.

Investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania) comprobaron que los chimpancés salvajes también crecen en entornos familiares estables que favorecen su supervivencia.

La investigación, publicada en Nature Human Behaviour, analizó durante cuatro años el comportamiento de crías de chimpancés en el Parque Nacional de Taï, en Costa de Marfil. Descubrieron que, al igual que los humanos, los jóvenes desarrollan distintos estilos de apego hacia sus madres: algunos más seguros y otros más evitativos, pero todos adaptativos.

Lo llamativo fue la ausencia total de un tipo de vínculo observado frecuentemente en humanos y chimpancés criados en cautiverio: el apego desorganizado. Este patrón, que afecta al 23,5% de los niños y al 61% de chimpancés huérfanos en entornos humanos, está asociado con miedo al cuidador, confusión emocional y futuras dificultades de salud mental.

comportamiento de los chimpancés
comportamiento de los chimpancés

Naturaleza vs. cautiverio: un entorno que marca la diferencia

La primera autora del estudio, Eléonore Rolland, explicó que no hallaron señales apego desorganizado en los ejemplares en libertad. “Esto respalda la idea de que ese tipo de apego no es una estrategia de supervivencia adaptativa frente a condiciones naturales”, afirmó.

Los investigadores sostienen que este tipo de vínculo podría ser producto de contextos artificiales o de crianza interrumpida, más que una característica biológica.

El estudio también aporta una reflexión sobre la crianza humana contemporánea. Si en un entorno natural los vínculos tienden a ser más seguros, ¿están nuestras prácticas actuales alineadas con las necesidades emocionales de los niños? La investigación plantea que quizás algunas estructuras modernas de cuidado infantil se alejaron de lo que sería más favorable para el desarrollo saludable.

Los autores concluyen que los hallazgos no solo iluminan las similitudes entre chimpancés y humanos, sino que también subrayan el rol fundamental del entorno en la formación de vínculos afectivos, al revelar que los chimpancés no sufren de apego dañino. Una vez más, la naturaleza parece ofrecer lecciones valiosas para repensar nuestras propias formas de criar.

Las emociones son parte de ellos

Diversas investigaciones demostraron que los chimpancés tienen la capacidad de sentir emociones complejas. Estos primates no solo muestran alegría, tristeza o miedo, sino que también pueden experimentar empatía, consuelo y apego, especialmente dentro de sus vínculos sociales más cercanos. Las interacciones entre madres e hijos, por ejemplo, revelan comportamientos de protección, consuelo y afecto que se asemejan a los observados en humanos.

En situaciones de duelo, se observó que los chimpancés muestran signos claros de aflicción ante la pérdida de un miembro del grupo, como permanecer junto al cuerpo del fallecido, tocarlo con delicadeza o mostrar expresiones de abatimiento. Además, en momentos de tensión social o conflicto, algunos individuos actúan como “mediadores” para restaurar la paz, lo que sugiere un grado de comprensión emocional del entorno y de los estados internos de otros.

Estas manifestaciones no solo reflejan respuestas instintivas, sino también una inteligencia emocional que permite a los chimpancés no sufran apegos dañinos y puedan adaptarse mejor a su entorno social.

La capacidad de identificar y responder a las emociones de otros contribuye a fortalecer los lazos dentro del grupo y puede ser clave para su supervivencia en la naturaleza. Esto refuerza la idea de que las emociones no son exclusivas de los humanos, sino una parte evolutivamente compartida con otros primates.

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