Durante un expedición de pesca cerca de la costa del Algarve, en Portugal, a bordo de una embarcación comercial, se produjo la captura de un tiburón de una especie muy rara, que tiene millones de años en el planeta, pero del que se sabe poco y cuya aparición es muy infrecuente.
El ejemplar capturado accidentalmente a unos 700 metros de profundidad es un macho de la especie tiburón-cobra de cerca de 1,5 metro de longitud.
Cuando los biólogos marinos lo vieron en la red de pesca inmediatamente supieron que estaban frente a un animal poco común. Tenía una cabeza redonda y una larga hilera de 300 dientes delgados y afilados, propios de un depredador de fuste.
El animal fue calificado por el IPMA como un verdadero ‘fósil vivo’. Tiene un cuerpo largo y esbelto y una cabeza que remite a la de una serpiente. El tiburón presenta además una dentición muy particular y su biología y ecología son poco conocidas.
A pesar de tener una amplia distribución geográfica a lo largo de todo el Océano Atlántico (desde la costa noruega, pasando por aguas escocesas, de Galicia, Azores, Madeira y Canarias, bajando la costa africana hasta el Índico y alcanzando todavía Japón, Australia y Nueva Zelanda), este animal es raramente capturado debido a que vive a una gran profundidad.