A medida que los glaciares se reducen y las temperaturas aumentan, la vida vegetal encuentra más oportunidades de trasladarse a regiones de clima frío. La expansión de la vegetación en la península Antártica puede indicar un cambio en su ecología, según los investigadores, planteando interrogantes sobre su futuro.
La Transformación Verde de la Península Antártica
Utilizando observaciones de Landsat 5 a Landsat 8, los científicos determinaron que el área de tierra con vegetación en la península Antártica creció de 0,86 a 11,95 kilómetros cuadrados entre 1986 y 2021.
La expansión de los espacios verdes se aceleró a partir de 2016. Este estudio, publicado en Nature Geoscience en octubre de 2024, fue liderado por el científico ambiental Tom Roland de la Universidad de Exeter y el experto en teledetección Olly Bartlett de la Universidad de Hertfordshire.
Los resultados, que se resumen en mapas, muestran una expansión significativa de la cubierta vegetal en las Islas Shetland del Sur y hacia el lado occidental de la península hasta casi el límite sur para el crecimiento de las plantas.
Impacto del Cambio Climático en la Ecología de la Península
Estudios de campo anteriores en la península Antártica han demostrado que los musgos dominan sus áreas verdes, formando expansivas “alfombras” y acumulando “bancos” verticalmente, indicando un repunte de la actividad biológica en medio de los cambios climáticos.
Estos hallazgos llevaron a los científicos a explorar si la vegetación estaba expandiendo su territorio tanto hacia arriba como hacia afuera.
“La península Antártica es uno de los lugares de la Tierra que se calienta más rápidamente, con la mayoría de sus glaciares retrocediendo”, explicó Roland.
El aumento de la vegetación nueva también coincide con una disminución de la extensión del hielo marino antártico, el aumento de las aguas abiertas y una fase positiva fuerte en el Modo Anular Austral, produciendo condiciones más cálidas y húmedas.
La Bioseguridad y la Introducción de Especies No Autóctonas
La Antártida alberga cientos de especies nativas de musgos, hepáticas, líquenes y hongos, pero sólo dos especies nativas de plantas con flores.
La presencia humana en el continente puede introducir especies no autóctonas, y ya se han documentado invasiones en el norte de la península y en islas cercanas. “La bioseguridad será cada vez más crítica a medida que disminuyan las limitaciones de temperatura en los ecosistemas fríos de latitudes altas”, escribieron los investigadores.
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