El proyecto surgió a raíz de la demanda de una cooperativa de la ciudad santafesina de Villa Cañas que quería instalar una planta de tratamiento para remoción de arsénico en aguas subterráneas, que fuera una alternativa al proceso de ósmosis inversa, que es la tecnología más difundida en el país, y que permite eliminar todo tipo de sales, no solo el arsénico.
El proceso fue desarrollado con el objetivo de obtener valores de As en el agua tratada menores a 50 microgramos por litro, y ha sido aplicado en varias plantas de potabilización a escala real. La sencillez en su operación y los bajos costos operativos posibilita que el proceso sea una alternativa frente a otras tecnologías disponibles como la ósmosis inversa.
Estimaciones de organismos oficiales precisan que en Argentina unas 4 millones de personas están expuestas al consumo de aguas subterráneas con concentraciones de arsénico superiores a los 10 microgramos por litro, que es límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud y adoptado en el Código Alimentario Argentino.
Este problema impacta en 16 provincias, desde Salta y Jujuy hasta La Pampa y Río Negro, por causas naturales. Precisamente, se remite a la formación de la Cordillera de los Andes, fenómeno que produjo la diseminación de cenizas volcánicas con alto contenido de arsénico por ese territorio, quedando depositadas en las capas geológicas; y actualmente en las napas subterráneas.