Todavía no existen estudios sobre su impacto, pero usuarios consultados por IPS destacaron que el flamante Metrobús de la avenida 9 de Julio, la segunda más ancha del mundo con 140 metros y 14 canales, aporta un recorrido más veloz, con menos paradas y a igual precio.
Construido en apenas seis meses, el sistema de estaciones y carriles exclusivos para 10 líneas de ómnibus comenzó a operar el 24 de julio. La obra estuvo envuelta en la polémica, por la supresión de plazoletas y el traslado de casi 1.500 ejemplares de árboles. Sus críticos sostienen, además, que para un viaje rápido en ese tramo ya existía el tren subterráneo, conocido como subte en Argentina, y que el Metrobús resultaba, por ello, redundante.
El corredor de buses de transporte rápido se extiende por 3,5 kilómetros, entre las estaciones de trenes de superficie del Retiro, al norte de la ciudad, y Constitución, al sur, que a su vez conectan con líneas del subte.
Pero el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la Secretaría de Transporte de la Nación y el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP, por sus siglas en inglés) subrayan que los usuarios que utilizan cada sistema son diferentes.
Una encuesta de la Secretaría revela que 89 por ciento de quienes se movilizan en el área metropolitana lo hacen en un solo tramo. Para quienes optan por el transporte más económico, el Metrobús es “todo ganancia”.
Ellos llegan al centro en ómnibus desde sus barrios o desde fuera de la ciudad y siguen en el mismo vehículo hasta su destino. Hasta ahora, soportaban la marcha lenta e interrumpida en el tramo céntrico, sin hacer trasbordo al subte, que implica un corto recorrido hasta la estación respectiva y encarece el viaje.
El nuevo Metrobús, erigido en la avenida donde se ubica el emblemático monumento del Obelisco, concentra ahora a las seis líneas de buses que circulaban entre automóviles particulares y taxis, más otras cuatro que recorrían a paso humano las angostas calles colindantes con la 9 de Julio.
Ahora las 10 líneas hacen un recorrido troncal por el centro de la avenida, con alrededor de 200.000 pasajeros diarios. Se despejaron así las angostas calles vecinas, donde comenzó el proceso de transformarlas en peatonales, y hay menos contaminación del aire.
La reducción de frenadas y aceleraciones genera menos emisión de gases de efecto invernadero, que son los que provocan el recalentamiento planetario, mediante la quema de combustibles fósiles.
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