De Singapur a Buenos Aires, ciudades del mundo apagaron sus luces durante una hora este sábado con motivo de la Hora del Planeta, que este año pone de relieve la relación entre la destrucción de la naturaleza y los crecientes brotes de enfermedades como el covid-19.
Tras comenzar en Asia, la iniciativa -que pide tomar acciones frente al cambio climático- dio la vuelta a un planeta azotado por la pandemia.
Y entre las últimas ciudades en sumarse estuvieron las de América Latina, donde fueron apagadas las luces del Obelisco de Buenos Aires, el Museo del Mañana en Rio de Janeiro o la torre BBVA de Ciudad de México, uno de los edificios más altos de la ciudad.
Y en Colombia, un llamado general del ministerio del Ambiente a apagar las luces tuvo poca acogida, aunque sí se apagaron los alumbrados públicos en algunas ciudades y también la tradicional iluminación de la Torre Colpatria de Bogotá.
En Londres, el Parlamento, la noria del London Eye, el rascacielos Shard y los carteles de Piccadilly Circus fueron algunos de los lugares que se sumaron a la iniciativa y se quedaron a oscuras.
“Es fantástico que el Parlamento forme parte una vez más de la Hora del Planeta junto a otras referencias en el país y en el mundo para sensibilizar por el cambio climático”, dijo Lindsay Hoyle, presidente de la Cámara de los Comunes.
En París, los tres pisos de la Torre Eiffel fueron apagándose sucesivamente, aunque hubo poca gente que pudo presenciarlo en directo, debido al toque de queda a las 19H00 que rige en la ciudad.
En Roma, el famoso Coliseo quedó en la penumbra, mientras la policía efectuaba un control a un pequeño grupo de espectadores que no había respetado las restricciones sanitarias anticovid.
Otros lugares emblemáticos de Europa participaron en la propuesta, como la Puerta de Brandenburgo en Berlín, la plaza Roja de Moscú y la Sagrada Familia en Barcelona.
Asia dio comienzo al evento al caer la noche y los rascacielos de metrópolis como Singapur y Hong Kong dejaron de brillar. Mientras que en la capital surcoreana, Seúl, la histórica puerta de Namdaemun se oscureció. Y la célebre ópera de Sidney también quedó a oscuras.
El evento anual llama a la acción sobre el cambio climático y el medio ambiente, y este año los organizadores afirmaron que querían destacar la relación entre la destrucción del mundo natural y la creciente incidencia de enfermedades -como el covid-19- que pasan de los animales a los humanos.
Los expertos creen que la actividad humana, como la deforestación generalizada, la destrucción de los hábitats de los animales y el cambio climático, están estimulando este aumento y advierten que podrían producirse más pandemias si no se toman medidas.
“Ya sea por la disminución de los polinizadores, la reducción de los peces en el océano y los ríos, la desaparición de los bosques o la pérdida generalizada de biodiversidad, las pruebas de que la naturaleza está en caída libre son cada vez más numerosas”, afirmó Marco Lambertini, director general del WWF, que organiza la Hora del Planeta.
“Y esto se debe a la forma en que vivimos nuestras vidas y dirigimos nuestras economías. Proteger la naturaleza es nuestra responsabilidad moral, pero perderla también aumenta nuestra vulnerabilidad a las pandemias, acelera el cambio climático y amenaza nuestra seguridad alimentaria”, añadió.
En Singapur, las personas vieron apagarse las luces de los rascacielos desde la línea costera y en un parque cercano también dejaron de brillar los reflectores de tres esculturas futuristas.
Aunque no se mostró convencido de que la iniciativa, que se realiza desde 2007, marque alguna diferencia. “Una hora no es suficiente para que recordemos que el cambio climático es realmente un problema”, dijo sobre el evento que pedía apagar las luces entre las 20H30 y las 21H30 locales.