Aunque naciĆ³ y se crio en el Gran Buenos Aires (mĆ”s precisamente en Monte Grande), VĆctor Sotelo es de todo el paĆs. Siempre y cuando la naturaleza diga presente. Por eso, desde muy joven se imaginĆ³ guardaparque (primero estudiĆ³ Tecnicatura Ambiental y luego entrĆ³ a la carrera) y hoy se siente un privilegiado por trabajar en lo que le gusta.
“EmpecĆ© como brigadista de incendios forestales en el Parque Los Glaciares, en El ChaltĆ©n, Santa Cruzā, cuenta Sotelo. Ya como guardaparque su destino fueron las sierras cordobesas hasta que surgiĆ³ la posibilidad de volver a Los Glaciares, a la seccional Moyano, a unos 160 kilĆ³metros tanto de El ChaltĆ©n como de El Calafate.
En esa bellĆsima soledad, VĆctor se despertaba con el paisaje del lago Viedma, la silueta del Fitz Roy y la impotencia del Cerro Moyano. Hasta que apareciĆ³ la posibilidad de probar suerte en un parque muy nuevo en Corrientes, la provincia de su padre. Y pese a que ya tenĆa su casa en El ChaltĆ©n, no dudĆ³ en emprender el viaje de 3.500 kilĆ³metros hasta MburucuyĆ” en 2014.
āCorrientes fue todo un desafĆo, un cambio total de ambiente, de idiosincrasia de la gente, de paisaje, de clima; un abanico de posibilidades de investigaciĆ³nā, admite VĆctor. āAdemĆ”s tenĆa que considerar a mi familia tambiĆ©n, y despuĆ©s de 14 aƱos de frĆo nos fuimos al calor con Laura, mi mujer (pedagoga) y mi hijo AgustĆn (hoy de diez aƱos que naciĆ³ en El ChaltĆ©n). En MburucuyĆ” se sumĆ³ hace cinco aƱos LelĆ©, la correntinita de la familiaā.
Si bien MburucuyĆ” (asĆ se llama la pasionaria, un planta que abunda en la zona) es un parque chico posee una diversidad de fauna increĆble y que en un 60% es agua. Tiene unas 111 lagunas, mĆ”s el Estero de Santa LucĆa. Entre las especies mĆ”s tĆpicas se destacan el ciervo de los pantanos, carpinchos, zorros, tatĆŗ mulita y aguarĆ” guazĆŗ. Se ha detectado la presencia de 73 especies de peces, 28 especies de anfibios, 40 especies de reptiles, 309 clases de aves y 33 variedades de mamĆferos.
MburucuyĆ” es fruto de la donaciĆ³n del botĆ”nico danĆ©s Troels Myndel Pedersen quien viviĆ³ dĆ©cadas en esta zona junto a su mujer, Nina, y consagrĆ³ su vida al estudio de las especies de la ecorregiĆ³n de los Esteros del IberĆ”, llegando a determinar mĆ”s de 30 mil variedades.
Instalado en el casco de la estancia Santa Teresa, descubriĆ³ mĆ”s de veinte especies vegetales que llevan su nombre, como la Nothoscordum pedersenii, y hasta una ranita, la (Argenteohyla siemersi pederseni, quĆ© sĆ³lo vive en MburucuyĆ”.
En 1988, Troels y Nina decidieron legar las 17.000 hectĆ”reas de sus dos estancias (Santa Teresa y Santa MarĆa) para la creaciĆ³n de un parque nacional -MburucuyĆ”, trĆ”mites que culminaron en 1991. Pedersen viviĆ³ en la estancia hasta su muerte, en el 2000, a los 83 aƱos. Meses despuĆ©s una ley creĆ³ el parque nacional MburucuyĆ”. TambiĆ©n donĆ³ su herbario de 30.000 especĆmenes y su enorme biblioteca al Instituto de BotĆ”nica del Nordeste.
Sotelo es el jefe de los 11 guardaraques de MburucuyĆ”. āYo conocĆa la zona pero siempre me llamĆ³ la atenciĆ³n su fauna. Ver un yacarĆ© de casi dos metros en el medio de la ruta o un carpincho un ciervo de los pantanos. Con mi familia vivimos un tiempo en el casco de a estancia Santa Teresa, donde era normal tomar mate con un ciervo al lado o un mono carayĆ” gritando en el techoā.
ĀæQuĆ© hace un guardaparque en MburucuyĆ”? āPor lo pronto, el caballo es fundamental, a diferencia de Santa Cruz, donde hacĆa mĆ”s trekkingā, cuenta VĆctor. Por el monte cerrado o en las lagunas, el caballo anda con el agua hasta la panza. āTambiĆ©n hacemos controles de ruta -la 86 atraviesa el parque- para vigilar la caza furtiva. Por otra parte, hacemos mucha tarea en escuelas vecinas para que los chicos se entiendan cuĆ”l es la funciĆ³n de un parque. AdemĆ”s hay mucha tarea de mantenimiento interno -cartelerĆa, infraestructura, puentes, muebles-, y en estos meses de gran sequĆa aprovechamos para alambrar. Y, por supuesto, el trabajo primordial, el monitoreo de flora y de faunaā.
āLa especie mĆ”s emblemĆ”tica de la regiĆ³n -continĆŗa Sotelo- es el aguarĆ” guazĆŗ, la figurita difĆcil, lo mismo que el ciervo de los pantanos, que prĆ”cticamente habĆa desaparecido y hoy tenemos decenas de ejemplares. TambiĆ©n estĆ” el lobito de rĆo, el yacarĆ© -negro y overo- o la boa coriyĆŗ, que es la mĆ”s grande de la Argentina; pasa los tres metros y medio de largoā. AdemĆ”s, en el parque hay mĆ”s de 300 especies de aves, mĆ”s de 45 de reptiles, mĆ”s de 50 de mamĆferos y 17 de murciĆ©lagos.
Esa riqueza faunĆstica, mĆ”s las 6.000 especies botĆ”nicas -en sĆ³lo 17.000 hectĆ”reas, el parque tiene mĆ”s del 50% de la flora representativa de la provincia-, empezĆ³ a trascender las fronteras. āEl turismo todavĆa es mayoritariamente local, seƱala Sotelo. Sin embargo, antes de la pandemia comenzaban a verse motorhomes con alemanes y franceses, asombrados al poder ver, por ejemplo, un ciervo pastando a cinco metros de tu vehĆculo, algo que no suele verse en otras partes del mundoā.