Los árboles son esenciales para el equilibrio del planeta, y frente a los efectos de la deforestación, un hombre demostró que la voluntad individual puede cambiar el curso de la naturaleza. Durante más de cuatro décadas, Jadav Payeng, un habitante de la India, plantó miles de árboles en la isla fluvial de Majuli, transformando un terreno árido en bosque vibrante.
Todo comenzó en 1979, cuando Payeng, con solo 17 años, encontró serpientes muertas en la arena caliente de una zona desierta del río Brahmaputra. Murieron por el calor y la falta de sombra. Este suceso lo marcó profundamente y fue el detonante de una misión de vida: sembrar un bosque. Para esto decidió plantar árboles cada día con el fin de ofrecer refugio a la fauna y salvar el suelo de su isla natal.
Con perseverancia inquebrantable, Jadav convirtió ese páramo olvidado en el bosque Molai, actualmente hogar de elefantes, tigres de Bengala, ciervos, rinocerontes indios, monos y cientos de especies de aves. Su acción no solo restauró el equilibrio ecológico de la zona, sino que atrajo la atención del mundo, siendo reconocido con múltiples premios, incluyendo un documental galardonado en el Festival de Cannes.

Majuli: una isla entre la erosión y la esperanza
Majuli, ubicada en el estado de Assam, es considerada una de las islas fluviales más grandes del planeta. Está situada en medio del poderoso río Brahmaputra, cuya fuerza erosiva redujo drásticamente su superficie en las últimas décadas: perdió más del 50% de su tamaño original debido a las crecidas estacionales y la deforestación.
La isla sufre graves amenazas ambientales:
- Erosión constante: cada año, el río devora franjas de tierra fértil.
- Pérdida de biodiversidad: la degradación del suelo afecta a especies locales.
- Impacto de los monzones: lluvias torrenciales inundan grandes áreas, desplazando a comunidades enteras.
En este contexto, el bosque creado por Jadav Payeng actúa como una barrera natural que frena la erosión, estabiliza el suelo y restaura el equilibrio hídrico del ecosistema. Su labor no solo protege la fauna, sino también a los habitantes humanos que dependen de Majuli para sobrevivir.