La historia del barrio Hammarby Sjöstad, en Estocolmo, es una de muchos contrastes. Si antes este sector era uno muy contaminado por las industrias y que, por lo mismo, terminó siendo abandonado, hoy es considerado el primer barrio sustentable de la ciudad.
Todo comenzó en los años 90 con la idea de que Estocolmo se convirtiera en sede de los Juegos Olímpicos de 2004. Pero, la votación del Comité Olímpico realizada en 1997 le dio el primer lugar a Atenas y la capital sueca llegó a estar entre las cinco finalistas, así que siguió con sus planes.
Uno de éstos era reconvertir esta zona para construir más de 10 mil viviendas en un entorno que aprovechara su cercanía con el centro y el agua. De hecho, por este motivo la gran mayoría de los edificios esta orientado hacia el Canal Sickla.
La estrategia de planificación del ayuntamiento, en colaboración con arquitectos, ingenieros y urbanistas de diversos sectores, fue crear un ‘circuito cerrado de metabolismo urbano’, que según se describe en una investigación sobre el barrio, significaba construir sistemas sustentables para el agua, la energía y los residuos.
Por este motivo, cada departamento cuenta con un sistema en que las aguas residuales se transforman en biogás y energía térmica que se usa en diversos sistemas públicos de calefacción y como combustible para el transporte público. En tanto, los residuos sólidos de este proceso se convierten en abono.
En las calles la sustentabilidad también esta presente. Por esto, en diversos sectores es posible ver basureros empotrados en el suelo. Se trata de un sistema de residuos ENVAC que cuenta con tuberías subterráneas para que los residuos lleguen a un terminal común clasificados desde el momento en que se depositan.
Asimismo, los espacios públicos fueron distribuidos de manera lineal para fomentar un estilo de vida saludable. Es así como las plazas y los parques se entremezclan por los edificios, haciendo que las personas caminen entre ellos con la opción de incluso llegar hasta una reserva natural que se protegió para conservar la fauna local.
Junto con esta infraestructura, la municipalidad levantó nuevos proyectos de transporte acordes con el espíritu del barrio. Producto de esto, existen buses que funcionan con biogás, un sistema de autos compartidos y una línea de tranvía que se sigue expandiendo. Además, hay recorridos gratuitos de ferries para conectar al barrio con las demás islas.
Los resultados de estos proyectos de transporte reflejan un impacto positivo en los habitantes del barrio debido a que cuentan con una tasa de automóvil por vivienda de solo un 0,5%.
Cuando este año finalice la segunda y última etapa se espera tener 11 mil departamentos en donde vivan 25 mil habitantes en el barrio.