En virtud de una ley aprobada por unanimidad en el Senado francés, a partir del pasado 10 de febrero las grandes tiendas ya no podrán almacenar comida que esté a punto de caducar. En lugar de ello deberán donarlas a organizaciones benéficas quienes serán capaces de preparar millones de comidas más cada año, con el fin de alimentar a las personas que luchan tener algo de comer.
La ley es consecuencia de una campaña popular llevada a cabo por los compradores del vecino país, activistas contra la pobreza que se oponen a que los alimentos que están en buen estado terminen en la basura.
La campaña fue iniciada por el concejal Arash Derambarsh y dio lugar a una petición, que en diciembre se transformó en un proyecto de ley y fue presentado ante la Asamblea Nacional por el ex ministro de industria alimentaria Guillaume Garot.
Los activistas ahora esperan persuadir a la Unión Europea a que adopte una legislación similar que sea aplicable en todos los estados miembros ya que la ley ha sido bien recibida por los bancos de alimentos, que ya se han abocado a la tarea de encontrar voluntarios, camiones, almacenes frigoríficos y espacio adicional para hacer frente a un aumento de las donaciones de tiendas y empresas de alimentos.
A los supermercados también se les prohíbe que permitan de manera deliberada que algún alimento se eche a perder con el fin de evitar que sea consumido por las personas que se alimentan de lo que hurgan en los contenedores de dichas tiendas.