Gracias a un biofiltro se ha logrado que, en el estado brasileño de Pernambuco, las aguas residuales o domésticas se transforme en agua para regar las agostadas y áridas tierras, de uno de los sitios más castigados por la sequía del país.
El huerto de Antônia Andrade de Araújo, de la comunidad indígena Coelho Atikum Jurema, en el municipio de Petrolina, estado de Pernambuco, Brasil, tenía pocas plantas y producía poco maíz y frijoles.
“Con el nuevo sistema, el agua ahora es segura y mi huerto se convirtió muy variado, en el que se cultivan calabazas, ciruelas, papayas, anacardos, piñas, mandarinas, entre otras frutas y verduras”, señala.
Aguas residuales reconvertidas para regar
Ella se refiere a un filtro biológico que permite la reutilización de las llamadas aguas residuales, aquellas provenientes de lavabos, duchas, lavaderos y lavadoras. La tecnología ha sido desarrollada por investigadores de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) en Pernambuco y de la Universidad Federal Rural do Semi-Árido en Río Grande do Norte, ambas en la región Nordeste de Brasil.
Antes de llegar a las plantaciones, las aguas residuales pasan por una trampa de grasas y luego por un filtro de aproximadamente un metro de profundidad compuesto (de abajo hacia arriba) por guijarros, piedra triturada, arena lavada, aserrín y humus con lombrices de tierra tipo californiano.
Adaptadas al clima semiárido, las lombrices se alimentan de astillas de madera y del humus, absorbiendo los residuos de jabón y productos de limpieza. Después de pasar por el filtro, las aguas se dirigen a un tanque de reutilización, desde donde se bombea a otro tanque de agua y luego al sistema de riego.
Esta tecnología está ayudando a pequeños productores del Nordeste de Brasil a mitigar los impactos de la escasez de agua durante las sequías y a producir más alimentos para sus animales y familias.
El cultivo es esencial para la alimentación de animales y de los propios productores en el semiárido brasileño, una vasta región que ocupa el 12 por ciento del territorio nacional y alberga a cerca de 28 millones de personas. Se compararon plantaciones sin riego —con y sin el uso de estiércol— con otras regadas con aguas residuales reutilizada y con agua suministrada por la empresa de abastecimiento.
El sistema genera hasta 1.500 litros de aguas por semana, lo que corresponde al consumo aproximado de una familia de cinco personas. Según los desarrolladores de la tecnología, esto sería suficiente para regar alrededor de 1.260 palmas forrajeras.
En siete meses, las palmas sin riego y sin estiércol produjeron un promedio de 3,6 raquetas (la rama de la planta que se desarrolla a partir del tallo), mientras que las regadas con agua suministrada por la empresa de abastecimiento y fertilizadas con estiércol produjeron 6,3 raquetas. En cambio, las plantas regadas con aguas grises reutilizadas y fertilizadas con estiércol alcanzaron un promedio de 12,3 raquetas.
“Hemos observado que las aguas residuales reutilizadas tienen una mayor concentración de nutrientes, como nitrógeno, fósforo y potasio”, dice la ingeniera agrónoma Roseli Freire de Melo, investigadora de la Embrapa Semiárido, responsable de los estudios con el biofiltro.
“Esto es muy beneficioso para la agricultura porque estos nutrientes son esenciales para el desarrollo de las plantas, lo que aumenta su producción y reduce la necesidad de fertilizantes”, explica. Según ella, considerando el costo promedio de R$ 0,20 (aproximadamente US$ 0,03) por raqueta vendida, la generación estimada de ingresos para un área con 1.260 palmas forrajeras sería de aproximadamente R$ 3,1 mil (alrededor de US$ 540) para el período analizado.
“Con una inversión de implementación de aproximadamente R$ 6,5 mil (alrededor de US$ 1.130), las aguas grises que antes eran desechadas pueden ser tratadas, almacenadas y utilizadas para riego, aumentando la productividad de los cultivos y haciendo que el productor ahorre alrededor de R$ 3 mil (o US$ 523,46) en la compra de raquetas de palma para alimentar a los animales u obtenga una renta por el mismo valor, si decide venderla”, agrega la investigadora.
La tecnología se ha insertado en comunidades rurales de la región semiárida de Brasil como una forma de probar y demostrar su potencial para promover la seguridad alimentaria de los agricultores familiares.
Uno de los beneficiarios de la implementación del sistema es el productor Aldenir Pereira da Silva, que usa el biofiltro en su propiedad, en el distrito de Izacolândia, desde 2023. La tecnología ha ayudado a garantizar su producción incluso durante los períodos de sequía, asegura.
“Las aguas residuales ahora son tratadas y utilizadas para regar mis cultivos de mango, naranja, limón, anacardo y guayaba”, señala. “Vendo parte de la producción, pero la mayoría es para consumo familiar y para distribuir a los vecinos”, añade.
La productora Maria de Lourdes Ferreira Matos dos Santos, quien utiliza la tecnología en su finca, en el municipio de Uauá, estado de Bahia, dice: “Nos viene muy bien reutilizar las aguas que ya hemos usado. Ahora siempre tenemos algo que recolectar en nuestro patio trasero. Este sistema ha cambiado mucho nuestras vidas para mejor, con muchas ventajas. Una de ellas es que ya no tenemos aguas residuales en nuestra puerta. Sería importante que todas las familias tuvieran este sistema en casa”, comenta.
Para el zootecnista Clérison dos Santos Belém, coordinador institucional del Instituto Regional de Pequeña Agricultura Apropiada, en Juazeiro, Bahia, la reutilización de aguas grises aparece como una oportunidad para la sostenibilidad de los pequeños sistemas de producción.
Él sabe de lo que habla, pues ayuda a pequeños productores de la región a construir sus propios biofiltros, pero usando otros materiales. “Fortalece la producción familiar, brinda saneamiento básico en zonas rurales, aumenta la disponibilidad de agua y termina transformando un problema en una oportunidad”, comenta.
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