Desde la Oficina de Medio Ambiente de Naciones Unidas afirmaron que el 30% de la madera que se comercializa a nivel mundial es producto de transacciones ilícitas. “Las pocas medidas de control que se han tomado en los países latinos han permitido que el delito siga en ascenso”, sostuvo la coordinadora regional de Gobernanza Ambiental de la oficina, Andrea Brusco.
Analizó además que “la cantidad de especies y el área que cubre el tráfico ilegal de madera está creciendo en Latinoamérica porque estamos abasteciendo a una población que antes no tenía acceso a estos productos y que ahora tiene más poder adquisitivo, especialmente en China”, aseveró la funcionaria.
La región, según Brusco, tiene también un “importante” déficit en temas relacionados con el uso del suelo y de tenencia de tierras: “Si las comunidades se sienten dueñas de la tierra, pueden contribuir más a resguardar los bosques amenazados”.
Apuntó que la relación costo-beneficio del tráfico ilegal de madera es “muy alta” porque varias naciones aún no lo han tipificado como delito y apenas castigan a los traficantes, y porque otras actividades delictivas, como el narcotráfico o la trata de personas, “cuentan con toda una red global de persecución”.
Para Brusco, los crímenes ambientales son cada vez más complejos y tienen más conexión con los delitos “de cuello blanco”, como el lavado de dinero, la evasión fiscal y la corrupción, lo que dificulta su seguimiento.
“Hemos visto ejemplos en la región de grupos de narcotraficantes que han cambiado las drogas por la madera ilegal. La realidad es que las bandas van a seguir delinquiendo y van a buscar nuevas opciones”, enfatizó la especialista.