Un emprendedor neuquino que fabrica ‘biotroncos’ que son ecológico al 100% y que es elaborado con lo que otros tiran. Utiliza el orujo de frutas, que descartan las industrias de la región, hace “panes” de alto poder calórico que sirven para cocinar y calefaccionar. Pero ahora, en su chacra en Plottier, también produce orujo “en polvo”.
Del campo, amante de los animales, del aire libre, del fresco de la mañana y de andar y caminar por el monte, un día como cualquiera casi se chocó con la idea que marcaría gran parte de su vida. El Vasco vio esa montaña gigante de residuos que tiran las fábricas de jugos de manzana y pera en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, y se dijo: para algo tiene que servir. Era orujo de frutas.
Le dio vueltas en la cabeza e investigó, estudió todo acerca del orujo, esa fuente de calor impensada hasta el momento, y la idea no salía de su cabeza. Era un producto generoso, maleable y de alto poder calórico. Un desecho que podía reaprovecharse y usarse, en lugar de la leña, sin tener que talar un solo árbol.
Guiado por su curiosidad, como siempre, preguntó y preguntó y en las chacras le dijeron que algunas personas lo usaban para calentar sus hogares. Ahí se encendió la maquinaria.
Lo que sobrevino fueron años de pruebas “a ensayo y error” y así nacieron sus populares biotroncos, hace ya más de 10 años.
Su proyecto de panes de orujo que le compiten mano a mano a la leña, y sin dañar el medio ambiente, derivó en nuevos usos y es así que hoy comenzó a producir y vender “Biot” en polvo.
Es un producto noble, utilizado para la elaboración de alimentos balanceados para animales, y también para hacer sahumerios. Ahora sueña con abrirse paso hacia otros mercados y hasta llegar al exterior. Un camino arduo, pero ganas y empuje no le faltan.
José Alberto Aramberri, el Vasco, es veterinario y junto a Cristina, su esposa, llevan años en esto de los “Biot”. La maravillosa leña de orujo de fruta.
Tranquilos, a su tiempo y con las mismas ganas del primer día, dedican muchas horas a su proyecto, entre hijos, nietos y amigos. Se produce de manera artesanal y los venden desde su chacra, en Plottier. Es económico y tiene un valor de $35 el kilo.
Ambos son de Tres Arroyos, “pero ya hace 28 años que estamos en Neuquén, así que somos neuquinos”, contó Cristina.
“Fuimos metiéndonos de a poco en todo esto de los panes de orujo. Al principio fue investigar y probar. Cómo manipular este residuo, sin que implique grandes costos. Porque es como una sopa lo que tiran, entonces José dijo acá tenemos aire, sol y viento, por lo que se tiene que secar. Después inventó una máquina para moldear y cortar. Fue aprendiendo, fueron años y años, hasta llegar a lo que logramos hoy”; contó Cristina, analista de sistemas y docente jubilada, muy entusiasta.
Venden en toda la región y reciben gente en su tranquera de otras ciudades, interesados en esta alternativa sustentable. “Es como usar leña común, pero a pesar de los años en esto hay gente que todavía no lo conoce y estamos para hacerlo conocer”.
“Lo más complicado hoy son los costos, pero producimos y vendemos. Tenemos la idea es llegar a otros mercados de países vecinos. El proyecto y las ganas están”, comentó el emprendedor.
Técnicamente, estos “leños ecológicos” están hechos de residuos descartados por las fábricas de jugos de manzana y pera en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén y sirve para generar energía renovable, limpia, no contaminante y más barata. Tanto para cocinar, como para calefaccionar.
Los residuos se componen por hollejos, orujo, pulpa prensada y semillas que en gran porcentaje contienen agua proveniente del proceso de elaboración de los jugos.
En detalle
Una tonelada de este producto equivale (en poder calórico) al generado por diez árboles. “Esto lo certificamos mediante una muestra analizada por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial. El INTI verificó el poder calórico: 4.254 Kcal/kg, superior a maderas blandas y similar a maderas duras”, detalló en las presentaciones que han hecho del producto, en diversas ferias.
Usos: para cocinar, calefaccionar, para preparación de alimentos para animales, enmiendas en tierras saladas, entre otros.