En el marco de la emergencia por COVID-19, el acceso al agua se torna urgente. Aún muchas familias rurales del norte del país no tienen acceso a este recurso de forma segura todo el año. Se ven obligadas a que recurrir al agua de lagunas, lo que implica el acarreo de dos, tres, cuatro veces al día de mujeres y jóvenes, quienes son generalmente los encargados de estas tareas.
El rosarino Nicolás Heredia es fotógrafo y videógrafo documental de la Asociación Cultural para el Desarrollo Integral (ACDI). En el 2019 estuvo documentando sobre la faltante de agua dentro del impenetrable chaqueño y el cambio que generó la construcción de cisternas, favoreciendo diariamente a las 750 familias que viven en la zona periurbana y dentro del gran impenetrable. “Estar con ellos te hace cambiar tu paradigma, aprender a ver y vivir la vida de una forma más simple. Ser documentalista me implica vivirlo en su plenitud, experimentar estar en esa situación para luego poder capturar la realidad que afrontan”, detalla Heredia.
La ACDI, junto con una amplia red de organizaciones socias, viene trabajando desde hace muchos años en resolver esta problemática. Brindan capacitaciones a pequeños productores y productoras de la agricultura familiar sobre la construcción de cisternas que utilizan para captación y almacenamiento de agua, tanto para uso doméstico como para sus huertas y consumo de animales de granja.
Las cisternas se logran por autoconstrucción de las propias familias, son de ferrocemento y permiten almacenar hasta 16.000 litros que se recarga con las lluvias y permite superar las épocas de sequía. El detalle: el costo de una cisterna es de 40.000 pesos argentinos.
Heredia supo captar y visualizar el día a día que viven y padecen estas familias por no tener acceso a algo tan indispensable como es el agua. En ese sentido se realizó un mediometraje documental llamado “El agua es vida”, que en la brevedad será lanzado y que ya cuenta con el aval de diferentes organizaciones como Greenpeace Argentina, Médicos del Mundo y Fundación Rosario. Pero el documentalista supo entender que retractarlos no era suficiente, por lo que desde la ACDI comenzaron con una campaña de concientización sobre la escasez de agua y buscan estimular a empresas que hagan un pequeño aporte para que se sigan construyendo cisternas en la vasta zona del Gran Chaco Americano.
Nerea Vanesa Correa, habitante del impenetrable, es una beneficiada de la construcción de un cisterna que le cambió la vida, para siempre: “Vivo en el Paraje Güemes. Fui criada por mi abuela, y desde chica me encargué de acarrear agua. Cuando era tiempo de sequía traíamos de Laguna Ayarde a las chivas, eso sí que era muy lejos, y lo sufríamos más en medio de los caloreas. Ahora me siento contenta porque tenemos este hermoso aljibe, para lavar, para darle a mis animales. Eso es una vida para nosotros, una vida eterna. Uno se siente muy tranquilo con el agua, porque sin agua no somos nada”.
“Me siento feliz porque sé lo que es la necesidad de tener el agua en casa. Yo también soy beneficiario y lo de la cisterna es una ayuda muy grande. Antes teníamos que ir con la vasija hasta muy lejos para buscar el agua, que a veces estaba contaminada. Ahora vemos lo que es el cambio en las familias que siempre tienen el agua en sus casas, y muy buen agua. Yo se que la gente está muy agradecida con eso. El agua es la vida, para mí es la vida, porque si no tenemos agua no somos nada”, expresa otro vecino de la zona.
En busca de más familias beneficiadas, ACDI recibe donaciones mediante la “Campaña Agua Segura” destinada a la fabricación de cisternas que posibilite el fácil acceso al agua. Para sentirse parte y ser protagonista de esta historia, ACDI envía la constancia de la cisterna construida que posibilitó cada donación, y un breve informe de la familia beneficiada, fotografías del proceso de construcción, etc.
