Durante la primera mitad de la década pasada vimos los avances de Solar Impulse, un avión solar que solo quería demostrar ser capaz de lograr largos vuelos sin emisiones ni consumo de energías fósiles. No tenía vocación comercial. Logró su objetivo. Un tiempo después, un grupo de tecnólogos que compartían red profesional quiso dar continuidad a este proyecto, pero esta vez orientándolo a convertirlo, ahora sí, en un negocio el día de mañana. Algo que poder vender para rentabilizar el desarrollo de este tipo de inusual aeronave.
De aquel proyecto, y de una captación de fondos para poder adquirir el avión que voló de Hawai a California únicamente con energía solar, nació Skydweller, el proyecto nacido para monetizar aquel logro. Y así empezó la carrera por lograr llevar a este avión más allá de los límites conocidos y que pueda pasar meses en el cielo, sin tener que aterrizar durante todo este tiempo.
Made in La Mancha
“El proyecto de Solar Impulse era suizo. Podríamos habernos llevado el proyecto a Estados Unidos, pero por cuestiones regulatorias es más fácil llevar un proyecto así de Europa a Estados Unidos que de Estados Unidos a Europa. Así que si en el futuro queríamos dar el salto, nos convenía hacerlo así. Y luego buscábamos un lugar con cierta ingeniería aeronáutica, con unos costes moderados, un clima muy soleado y baja humedad. Escogimos a España. Luego hablamos con algunas comunidades autónomas para ver a qué tipo de ayudas podíamos acceder. Los fondos europeos ayudan al I+D. Al final escogimos Castilla-La Mancha, y ella nos escogió a nosotros, vieron que podíamos convertirnos en un proyecto emblemático para la región”, explica Sebastien Renoard, director de operaciones y desarrollo de negocio en Skydweller.
Escogida la ubicación, empezaron las contrataciones. Hoy son 120 empleados entre los que trabajan en el aeropuerto de Albacete, junto a la base aérea de Los Llanos, y las instalaciones de la empresa en Madrid. La mitad, españoles. La otra mitad, repartidos entre diecinueve nacionalidades.
Muy cerca de ese aeropuerto está también el Parque Aeronáutico y Logístico de Albacete, un caladero de talento como al que se refería Sebastien durante la búsqueda de un lugar sobre el que edificar su “iglesia”.