Ella diseñó la cocina y él enseña a cocinar en esa pantalla parabólica que refracta y concentra todo el calor del sol. Esta semana se instalaron en la peatonal San Martín de la ciudad entrerriana de Paraná, donde hicieron una demostración, en tiempo real, de cómo preparar unos “tacos de quinoa” y cocinarlos usando como única energía los rayos solares.
Los pétalos de aluminio se abrieron al sol y, en el centro de esa corola, como si fuera una flor, una olla negra emanaba vapor y un delicioso aroma a comida casera.
Comida hecha al calor de los rayos de un intenso sol de las 11 de la mañana de ayer y elaborada desde un colorido y llamativo kiosco que hizo una parada en pleno centro de la capital entrerriana.
En rigor, el kiosco y la cocina solar se instalaron en la Peatonal San Martín, casi esquina Urquiza, de Paraná, y desde allí, la diseñadora industrial Virginia Bauso y el cocinero Edmundo Blache, supieron con simpatía y especialmente, por el apetitoso aroma que desprendía la olla, captar la atención de los paseantes. Un menú hecho en la vía pública, en una calurosa jornada de verano.
Un kiosco y una cocina que no necesita más que la luz del sol para poder preparar las más variadas recetas. Ese es el objetivo que tienen los jujeños Virginia y Edmundo. Ella, enseñando cómo funciona su creación: la cocina solar y él, brindando sus conocimientos de cómo preparar todo tipo de comidas caseras, cocidas al calor de Febo.
Todo comenzó hace dos años. Virginia pasó varios años viviendo en Europa, específicamente en España, donde aprendió sobre la energía solar y como diseñadora industrial volvió con la idea de “militar” por esta forma ecológica y sustentable como es la energía solar. “Estuve muchos años viviendo en España y allá conocimos esta tecnología que inventaron los alemanes y me encantó. Me dije y me propuse traerlo a mi país, a mi tierra. Como vivimos en Jujuy, me puse a trabajar con una fundación, la Fundación Ecoandina (ver aparte) y diseñé esta cocina solar”, relató la mujer.
“Soy diseñadora industrial y desarrollé mi propia cocina solar y como a la gente le cuesta entender cómo funciona, decidimos hacer una gira solar por varias provincias del país para mostrar cómo funciona y lo bien que se puede cocinar al rayo del sol”, explicó la entrevistada.
Para Virginia y Edmundo, el gas o la electricidad son la energía alternativa (aunque en la actualidad se la quiera denominar convencional) y la oficial es el sol. “No decimos que el sol es un sustituto sino un complemento, ya que de noche no podemos cocinar, pero sí podemos dejar lista la comida y calentarla de noche. Hacer eso significa un ahorro de entre 80 y 90 por ciento, en caso de que se la use en forma cotidiana”, reveló la diseñadora.
Para Virginia una familia que vive en zonas alejadas de los centros urbanos, donde no llega el gas ni la electricidad, como sucede en varios pueblos de su propia provincia, y en tantas otras, la cocina solar y el tanque solar (que mantiene el agua caliente) les ha concedido a estos pobladores “individualizarse” en las redes de las “energías alternativas”.
Desde que iniciaron el proyecto de “construir las cocinas y los kioscos solares, hace unos dos años, lograron instalar nueve en distintos pueblos de Jujuy, entre ellos, la Quebrada de Humahuaca, Purmamarca y Tilcara, donde cada propietaria logró tener su propio emprendimiento comercial, con comida al paso y cocida bajo el sol del norte argentino.
“Una vez que llegamos a un pueblo y si hay una persona que está interesada, le instalamos el kiosco y la cocina solar, se le hace un plan de pago, a medida que va obteniendo sus propios recursos con la venta de comida. Estos kioscos son minicomedores callejeros”, acotó Edmundo, mientras, daba vuelta su tortilla de harina integral, las que fueron rellenas con el guisado de quinoa.
Lo atractivo y así lo demostraron Virginia y Edmundo ayer en la Peatonal de Paraná es cocinar bajo el sol y en cualquier lugar. “La comida tiene un sabor más natural porque no usamos monóxido de carbono que, aunque no nos demos cuenta, va transformando nuestra comida”, apuntó.
A modo de ejemplo y rompiendo con los mitos de que la cocción utilizando la energía solar es más lenta, el cocinero dijo que “un litro de agua hierve en 12 minutos”. En esa cocina se puede freír, hervir, hornear o asar cualquier producto, cualquier comida, le aseguró Edmundo a cada peatón que se les acercó para trasmitirle una inquietud y degustar su taco de quinoa, un menú callejero que atrajo a varios comensales.
La cocina solar, diseñada por Virginia, tiene un costo de 2.700 pesos. “Nosotros les hacemos descuentos para instituciones, gente de bajos recursos o situaciones especiales, buscamos que se las subvencionen”, destacó.
En la gira solar, también se está ofreciendo el kiosco solar, cuyo costo asciende a los 9.500 pesos,que es más que una suerte de “carribar”. “Esto en el norte del país, como hay mucha cultura de cocinar en la vía pública, sirvió a muchas familias a encontrar su medio de vida”, acotó.
El Diario