Las energías renovables ya son la primera fuente de electricidad de la UE

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Las energías renovables ya son la primera fuente de electricidad en el Viejo Continente, según Ember y Agora Energiewende, que han presentado hoy su informe EU Power Sector in 2020. El estudio compila y analiza la generación de electricidad -su evolución en el marco de la transición energética- en cada país de la Unión Europea. Este es el quinto informe que ambas entidades presentan en estos últimos cinco años. Según EU Power Sector in 2020, las fuentes renovables de energía -el viento, el agua, el Sol, la biomasa- han producido en el año del Covid (2020) hasta el 38% de toda la electricidad europea (34,6% en 2019).

Así, se han convertido en la primera fuente de electricidad del Viejo Continente, por delante, por primera vez, de los combustibles fósiles, que han caído hasta el 37%. A pesar de todo -matiza el estudio-, la transición desde el carbón a las fuentes limpias de electricidad es todavía “demasiado lenta” para alcanzar (1) el objetivo de reducción de emisiones del -55% en 2030 (Bruselas se ha fijado como objetivo que en 2030 la UE emita un 55% menos de lo que emitió en 1990) y (2) la neutralidad climática en 2050 (emisiones cero neto es el objetivo que la Unión Europea se ha propuesto para ese año).

Según Ember y Agora Energiewende, aunque el impacto del Covid ha sido más que considerable durante todo el año 2020 en todos los países estudiados, la medida en que la pandemia ha afectado a la transición fósiles-renovables ha sido “bastante limitada” (quite limited). En ese marco (Marco Covid), los autores del informe consideran que:

  • el crecimiento de las renovables ha sido razonablemente robusto a pesar de la pandemia (reassuringly robust)
  • la pérdida de peso de los combustibles fósiles en el mix eléctrico europeo hubiera sido incluso más dramática (even more dramatic) si no hubiera repuntado la demanda de electricidad y no hubiera sido este 2020 el peor año de generación para la nuclear (que le ha dado así un balón de oxígeno a los fósiles).

Las tecnologías eólica y solar han sido las auténticas protagonistas del sorpasso. La producción eólica ha crecido nueve puntos y la fotovoltaica, quince. Juntas, han producido la quinta parte de la electricidad generada en el Viejo Continente. Contrasta su evolución, a lo largo de los últimos cinco años, con la de la bioenergía, que se ha estancado, y la hidráulica, que se ha mantenido invariable a lo largo del último quinquenio.

Sin embargo, a pesar del hito logrado en 2020 en esa ruta de la transición energética europea, el crecimiento del peso renovable en el mix eléctrico continental es demasiado lento, según el informe. Ember y Agora Energiewende señalan en ese sentido que ese peso debería triplicarse si Europa quiere materializar sus Objetivos 2030, desde los 38 teravatios hora de crecimiento medio anual en la década 2010-2020 a los 100 teras hora de crecimiento medio anual entre 2020 y 2030.

El año del Covid en todo caso ha dejado abierta la ventana a la esperanza: y es que, a pesar todo lo negativo que ha traído consigo la pandemia, resulta “alentador” -apuntan los autores- el hecho de que la producción combinada eólica y solar haya crecido en 51 teras hora, bastante por encima de la media registrada a lo largo de la década 10-20. De cualquier manera, y según el informe, hace falta aún que los planes nacionales de los Estados miembro de la Unión ganen ambición, pues ahora mismo solo plantean una adición de 72 TWh al año, cuando serían necesarios los susodichos 100 TWh para alcanzar los Objetivos UE 2030 y 2050.

En el otro plato de la balanza

La generación con carbón ha caído un 20% en el año del Covid. Así, ha reducido su peso en el mix continental en un 50% en solo cinco años, desde 2015. La producción de electricidad a partir de la quema de carbón ha caído en casi todos los países, continuando así con una tendencia que ya era muy sólida antes de la aparición del Covid. Según los autores del informe, la mitad de la caída carbonera de 2020 ha sido debida a una caída de la demanda de electricidad (-4%); mientras que la otra mitad del derrumbe del carbón ha llegado de la mano de la nueva producción eólica y solar. Eso sí -matizan los autores-, para sostener este año el descalabro carbonero de 2020 y que su peso en el mix no vuelva a crecer, habida cuenta de la previsible subida de la demanda a registrar en este ejercicio que ahora nos ocupa -2021-, eólica y solar van a tener que acelerar su velocidad de crucero.

La pérdida de peso del gas en el mix eléctrico UE ha sido menor que la del carbón. Según el informe de Ember y Agora Energiewende, la generación con gas solo habría caído cuatro puntos en 2020. El gas se habría visto beneficiado por los elevados precios del carbón, incluso del lignito en algunos meses.

Entre las fuentes sucias de electricidad, la nuclear tampoco ha vivido en 2020 su mejor año. Su producción ha caido diez puntos, probablemente la mayor caída de su historia, lo cual por otra parte habría evitado una mayor caída en la generación de gas (y en menor medida de carbón), según el informe.

Todo ello -concluye EU Power Sector in 2020- se ha traducido en que la electricidad en 2020 en Europa ha sido un 29% más limpia que en 2015: la intensidad carbónica ha caído desde los 317 gramos de CO2 por kilovatio hora de 2015 a los 226 gramos de 2020. Los autores del estudio no dejan de recordar en todo caso que el 43% de la disminución del carbón se ha compensado con una mayor generación de gas, lo que ha ralentizado la reducción de la intensidad del carbono.

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