San Pablo renueva su compromiso con el medio ambiente incorporando 2.200 colectivos eléctricos nuevos

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El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aprobó un financiamiento de US$248,3 millones para apoyar la electrificación de la flota de autobuses públicos de San Pablo. La medida apunta a incorporar más colectivos eléctricos y así reducir el impacto ambiental del transporte urbano en la ciudad más grande de América Latina.

Actualmente, São Paulo ya incorporó 527 colectivos eléctricos, pero el objetivo es llegar a 2.200 unidades propulsadas por energía limpia. El préstamo aprobado será ejecutado bajo la modalidad de Préstamo Basado en Resultados.

Más de 7 millones de pasajeros diarios serán los beneficiarios directos del programa. Además, la transformación impactará de forma positiva a los 21,5 millones de habitantes de la Región Metropolitana.

El proyecto también contempla mejoras en la gestión del sistema de transporte, a cargo de la empresa SPTrans. Se prevén beneficios concretos para mujeres y sectores de bajos ingresos, que son quienes más usan el transporte público.

Colectivos eléctricos.
Colectivos eléctricos.

Una apuesta por la movilidad sostenible

“El transporte público limpio y eficiente es clave para combatir desigualdades”, destacó Annette Killmer, representante del BID en Brasil. La iniciativa forma parte del plan del organismo para impulsar políticas con impacto social y ambiental.

Con más de 12.000 colectivos, 1.300 líneas y 400 millones de litros de diésel consumidos al año, San Pablo enfrenta un enorme desafío ambiental. Esta inversión busca reducir emisiones y mejorar la calidad del aire.

El crédito tiene un plazo de amortización de 15 años, con 6 de gracia y una tasa basada en SOFR. La operación comenzará formalmente tras los procedimientos legales correspondientes en Brasil.

Con este paso, São Paulo refuerza su compromiso con un futuro más limpio, accesible e inclusivo, marcando un modelo para otras ciudades de la región.

El auge del transporte eléctrico a nivel global

Cada vez más países están apostando por el transporte eléctrico como una respuesta directa a la crisis climática, la contaminación urbana y la necesidad de diversificar sus fuentes de energía. Frente a los crecientes costos ambientales y económicos del uso de combustibles fósiles, el cambio hacia vehículos eléctricos se presenta como una solución sostenible y estratégica.

La presión internacional para reducir emisiones de gases de efecto invernadero también impulsó esta transición. En el marco de los acuerdos climáticos, numerosos gobiernos asumieron compromisos para descarbonizar sus sectores de transporte, uno de los más contaminantes a nivel global.

Además del factor ambiental, el avance tecnológico redujo los costos de producción de baterías y mejoró el rendimiento de los vehículos eléctricos. Esto hace que, año tras año, sean más accesibles tanto para consumidores como para gobiernos que buscan renovar sus flotas.

La electrificación del transporte no solo mejora la calidad del aire en las ciudades, sino que también contribuye a la independencia energética, al reducir la dependencia de petróleo importado. Por estas razones, se espera que esta tendencia siga creciendo y marque el futuro de la movilidad urbana.

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