Uruguay está sorprendiendo al mundo con buenas noticias que van en la dirección correcta para conseguir una vida mejor para el conjunto de sus ciudadanos y para el planeta. Tiene un nivel de vida comparable al de los países desarrollados y ahora está a punto de conseguir que el cien por cien de su electricidad provenga de las energías renovables.
Con tan solo 3.2 millones de habitantes, ha puesto en marcha una verdadera revolución energética. Está invirtiendo el 3% del PIB en ese cambio, y cerca del 40% de esa energía limpia corresponde ya a energía eólica, solar y biomasa.
Uno de los artífices de esta revolución que comenzó desde el primer gobierno de Tabaré Vásquez y continuó con Mujica, se llama Ramón Méndez Galain. Es el director Nacional de Energía. Es físico. “Uruguay no tiene ni petróleo, ni gas, prácticamente ha usado todo su potencial hidroeléctrico y está creciendo a un 6% su economía. Al mismo tiempo quiere reducir su pobreza”, dijo Méndez en la Cumbre de Cambio Climático en Lima.
En esa escasez de recursos energéticos fósiles, los uruguayos no vieron un problema sino una oportunidad. Los cuatro principales partidos políticos se pusieron de acuerdo y se comprometieron con una política a largo plazo. La Política Energética de Uruguay va hasta 2030 y gane quien gane las elecciones debe mantener el rumbo pactado.
Los uruguayos han visto caer el 6% la factura de electricidad que pagaban antes. En 2012, fueron Líderes en Energía Limpia de WWF, Uruguay ocupó el primer lugar de países con más alto porcentaje de PIB invertido en energía renovable. Y en 2014, ha sido el país de América Latina con la mayor tasa de crecimiento de las inversiones en energías limpias.
El secreto parece ser una receta sencilla y mucho sentido común y estos son los ingredientes según Méndez: una política a largo plazo, respaldo de todos los partidos, diálogo entre sector privado y público y atraer a los mejores cerebros; por medio de distintos incentivos multiplicaron por diez los investigadores expertos en energía.