“Literalmente me cambió la vida”, dice Pablo Rodríguez, un trabajador rural que por primera vez tiene electricidad las 24 horas en su casa gracias a un sistema fotovoltaico (de energía solar) que está pagando en 60 cuotas mensuales de unos 7 dólares.
Lo que hace más feliz a Pablo es que con electricidad en casa, su hijo puede usar la computadora para hacer los deberes. Son historias que se repiten en las 757 viviendas modestas del interior profundo donde se instalaron sistemas fotovoltaicos residenciales.
Este fue apenas uno de los proyectos del Programa Nacional de Eficiencia Energética y que con una inversión de 22 millones de dólares en 6 años logró ahorros acumulados equivalentes al consumo anual de todas las viviendas de un departamento como Artigas.
Una parte de estos ahorros se generó a través de convenios entre la UTE y empresas privadas. Esta cooperación resultó en que se dejara de consumir anualmente la energía equivalente a lo que gastan 400 autos a nafta.
El Banco Mundial diseñó el proyecto con la Dirección Nacional de Energía y la UTE. También logró el apoyo financiero del Fondo Global para el Medio Ambiente y brindó asesoramiento técnico a la Unidad de Eficiencia Energética, creada especialmente.
Además de la Unidad de Eficiencia Energética, “se aprobó la Ley de Eficiencia Energética, y se crearon dos fideicomisos para asegurar el financiamiento de futuros proyectos y la continuidad de este programa”, destacó el Director Nacional de Energía, Ramón Méndez.