Convierten los desechos de la industria del limón en un abono ecológico

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Tucumán es la principal provincia productora de limón del país y del mundo, con una superficie cultivada de más de 50 mil hectáreas y una producción anual de más de 1,5 millones de toneladas. Sin embargo, esta actividad también genera un gran volumen de residuos orgánicos, que representan el 50% de la fruta cosechada y que incluyen frutas descartadas, restos de poda, cáscaras y pulpa. Estos residuos, si no son tratados adecuadamente, pueden causar problemas ambientales, como la emisión de gases de efecto invernadero, la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, y la proliferación de plagas y enfermedades.

Para darle una solución sustentable a este problema, en Tafí Viejo, un equipo de científicos de la Universidad Nacional de Tucumán y el Conicet trabaja en un proyecto que busca aprovechar los residuos de la producción de limón para generar un fertilizante orgánico que beneficie al medio ambiente y a los productores locales.

El mismo se realiza en el Centro de Interpretación Ambiental y Tecnológico (CIAT), una planta de procesamiento de residuos secos y orgánicos que es modelo en sustentabilidad ambiental en la provincia. Allí, los investigadores aplican un acelerador natural de compostaje o biocatalizador que se elabora a partir de biomoléculas y que permite degradar la materia orgánica en un menor tiempo y con mayor calidad.

La doctora en bioquímica Cintia Romero, líder del grupo de investigación, explicó que el biocatalizador se aplica a los subproductos de la industria citrícola, como frutas, restos de poda, cáscaras y jugos, que llegan al CIAT. “El proceso de compostaje se acelera de 120 días (sin usar acelerador) a 45 días (con nuestro fertilizante). Obtenemos un biofertilizante que aporta carbono y nitrógeno a la tierra y luego vuelve a la industria citrícola como nutriente para el cultivo del limón”, detalló.

Romero destacó que se trata de un desarrollo tecnológico local, de bajo costo y basado en principios ecológicos. “Todo nuestro desarrollo está basado en biomoléculas, todo es orgánico. En el laboratorio desarrollamos biomoléculas que aplicamos luego en el compost y el proceso se acelera”, afirmó.

El doctor en ciencias biológicas Enzo Raimondo, integrante del equipo de investigación junto a Carolina Navarro, Analía Álvarez, Verónica Runco, Karina Cruz, María Inés Gómez y Mauricio Colombo señaló que el producto obtenido, el biofertilizante, tiene una composición y calidad similar a la que se obtiene con los compost tratados con catalizadores comerciales. “La importancia del trabajo reside en que se trata de un desarrollo local que podemos realizar a bajo costo y que, en el futuro, podríamos comercializar en la región”, sintetizó.

Raimondo agregó que el catalizador puede usarse con residuos de otras industrias y que después quieren observar como el fertilizante favorece el crecimiento de diferentes especies vegetales.

Por su parte, Romina Rueda, encargada de la planta de compostaje industrial del CIAT, resaltó el trabajo conjunto con la UNT. “Si bien, ya se hacía compostaje, con estos proyectos científicos vamos a potenciar el producto final que sería el compost. El inóculo de la UNT acelera el proceso de compostaje y le aporta valor agregado”, indicó.

Rueda informó que el 90% del compost producido se consume hoy dentro del municipio, pero que buscan generar ingresos a la planta y que vuelva para la venta a los productores locales y a la comunidad en general.

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