‘Los océanos están en peligro y no es una frase hecha. La forma en que se hace uso de los océanos y de los recursos naturales por parte del hombre lo único que hace es producir desequilibrios y romper ecosistemas. Así como hablamos de los plásticos, el ruido es un gran contaminante que pone en peligro al mundo marino’. Así de contundente es la explicación del biólogo, investigador del Conicet y experto en mares Luis Capozzo.
El océano es un mundo de sonido, pero no de luz. En la oscuridad de sus aguas, las ballenas y otros ejemplares marinos dependen del sonido para aparearse, hallar alimento, migrar, proteger a sus crías y defenderse de los depredadores.
Hace 100 años era un mundo sin interferencias, pero en las últimas décadas el ruido que genera el hombre con los barcos comerciales, cruceros, explotación de petróleo, exploración submarina y sonares genera contaminación en las aguas y daña severamente la salud de estos animales que tienen el sentido del oído muy agudo.
‘Los cetáceos, como las ballenas y los delfines, se comunican a miles de kilómetros por la facilidad con la que se transmiten los sonidos en el agua; con esa facilidad también se multiplican los ruidos generados por el hombre que afectan notablemente a la fauna marina’, indicó Capozzo.
Se calcula que diariamente hay 60 mil buques de carga navegando simultáneamente, cada vez hay más exploración petrolera off shore y la detección de minerales y recursos con ruido generan un cóctel explosivo para la fauna marina.