Carolina Casares, autora de la carta online y una de las principales impulsoras de ProyectAR Tigre, una ONG que busca sanear la segunda cuenca más contaminada de la Argentina después de la del Riachuelo, no esconde el propósito que la llevó a decir ‘basta’ y pedir ayuda.
‘Con la firma de muchos lograremos generar conciencia para que el gobierno de la provincia declare la emergencia ambiental del Río Reconquista’, enfatiza la propuesta difundida hace algunas semanas y que trae a la luz cada vez que expone el drama actual de la cuenca, que recorre 167 mil hectáreas y 82 kilómetros, y atraviesa 18 municipios bonaerenses.
Tanto para ella como para la mayoría de los afectados, la postal ribereña, lejos de limpiarse, acumula en demasía la basura que arrojan al río unas 12.000 industrias instaladas (algo que se agudizó cuando comenzó el saneamiento del Riachuelo), como si se tratara de un depósito natural de los desechos en un territorio habitado por el 13% de los argentinos.
Esta realidad, sumada a la falta de agua potable y de cloacas, a los riesgos que acarrea para la salud, y a la ausencia de control y monitoreo constantes, ponen sobre el tapete la urgencia de ocuparse.
Según informes técnicos y ambientales, los habitantes de la cuenca estuvieron desde siempre expuestos a las sorpresas climáticas: los registros de inundaciones datan desde el siglo XIX y siguen hasta el presente. Sin embargo, sería un error atribuirle a la naturaleza la responsabilidad entera de lo que ocurre en el Reconquista, cuando las malas acciones y decisiones tomadas en un pasado cercano la convirtieron en víctima.
FUENTE: Diario La Nación