Argentina ingresó al club de los siete países que desarrollan satélites

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Argentina ingresó al club de siete países que desarrollan satélites en el mundo a partir de Invap, una original empresa estatal dedicada al desarrollo y fabricación de tecnología compleja, que tendrá en órbita en un futuro cercano el primer aparato de telecomunicaciones de industria nacional, el Arsat-1.

 
‘Integramos un `club` muy especial de países que construyen satélites y nuestra atención está centrada en que salga bien este Arsat-1 a poco de lanzarlo, entre junio y julio de 2014’, dijo a Télam Héctor Otheguy, gerente general de la empresa rionegrina Invap. 
 
El satélite está actualmente y, por 45 días, en la cámara de termo-vacío, en la que se hace sufrir al aparato las condiciones de extremo gradiente térmico en un rango de 190 grados bajo cero hasta 150 grados centígrados, y en vacío.
 
La prueba se desarrolla en el flamante Centro de Ensayos de Alta Tecnología-Ceatsa, creado en asociación de la empresa estatal de telecomunicaciones Arsat, mayoritaria, con Invap en una quinta parte, e inaugurado recientemente por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en Bariloche. 
 
Invap tuvo la más reciente misión satelital exitosa en 2011, cuando fue lanzado el SAC-D Aquarius de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales-Conae para observación de la Tierra, junto a la agencia espacial estadounidense NASA y varias europeas; ahora sumará tres de Arsat y otros de la Conae.
 
Como compañeros de la aventura espacial, Conae e Invap firmaron un contrato para la instalación en Bahía Blanca de la base de lanzamiento Tronador II, con capacidad de transporte de 250 kilos, que es el tamaño de los satélites de observación terrestre, a diferencia de los de telecomunicaciones, que pesan 3000 kilos por la cantidad de combustible que llevan para funcionar 15 años.

Nacida del uso pacífico de la energía nuclear, Invap creció desde la Comisión Nacional de Energía Atómica-Cnea por “la creatividad de Varotto, que para nosotros es un genio que vio hace 40 años lo que había que desarrollar, y dejó un equipo experimentado con el que pudimos ingeniárnosla” para salir adelante.
 
“Una manera de asegurarse de que lo que uno hace sirve con una empresa generada por una necesidad social es que exista un cliente que los necesite”, razonaron.
 
Con la impronta de desarrollar tecnología para formar recursos humanos y crear puestos de trabajo, Invap nació en 1976 con el 100% del aporte de Río Negro, equivalente a unos 200.000 dólares actuales, que le cedió el control de la empresa a la Cnea, donde fue incubada Invap, y que la apoyaría incondicionalmente.
 
Es precisamente con los reactores para investigación donde la empresa logró el mayor reconocimiento mundial y por los que estableció subsidiarias en Argelia, Egipto, Arabia Saudita, Brasil, Venezuela y otros países.
 
En pleno crecimiento, la empresa pasó de 350 empleados en 2003 a 1100 en 2013, con la reinversión del 90% de las ganancias en financiar el crecimiento con infraestructura, y un 10% como bono de participación en las ganancias de igual monto para todos sus empleados.

Télam

 

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