Un reciente documento de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), que analiza las perspectivas climáticas mundiales al cabo de tres años del fenómeno de clima seco conocido como “La Niña” asegura que: “Si bien la lluvia será un bienvenido alivio a productores rurales en la Argentina y en el Cercano Oriente, El Niño puede también inducir inundaciones severas, que podrían ser dañinas para la agricultura y aumentar el riesgo de enfermedades”.
El informe también señala que Australia, Brasil y Sudáfrica, grandes productores y exportadores de cereales enfrentan el riesgo opuesto, de sequías, al igual que otros países del centro y el oeste de África, el sudeste asiático y el Caribe.
“El riesgo opuesto, de precipitaciones excesivas, se sostiene para exportadores como la Argentina, Turquía y los Estados Unidos, así como para algunos países de Asia Central”, dice otro pasaje de la publicación, que evalúa las perspectivas climáticas en muy diversas áreas del mundo.
Se trata de fenómenos de potenciales efectos macroeconómicos para la Argentina. Debe tenerse en cuenta, por ejemplo, que -según estimaciones de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina, FADA– la campaña agrícola 2022/2023, afectada por una severa sequía, las exportaciones de los complejos agropecuarios y agroindustriales del país, incluidas las economías regionales, aportarán entre USD 35.000 y 37.000 millones de exportaciones en 2023, contra los poco más de USD 59.000 millones que aportaron el año pasado, una merma cercana al 40 por ciento.
El informe de la FAO abreva en una amplia variedad de fuentes de información y análisis meteorológicos internacionales para evaluar lo que podría seguir tras 3 años de “La Niña”, en particular si retorna el fenómeno conocido como “El Niño”.
“El Niño típicamente eleva la temperatura promedio y se asocia con los récords registrados en 2016, cuando ocurrieron varias calamidades de emisión de carbono a la atmósfera, incluyendo incendio de bosques y turberas en Indonesia y billones de árboles perdidos por la sequía en el Amazonas”, dice otro pasaje del estudio.
La preocupación de la FAO
La principal preocupación de la FAO es que tras la “prolongada” presencia de La Niña la transición “probablemente inminente” a El Niño aumente los daños. Sucede, explica, que se trata de un evento meteorológico “que típicamente distribuye patrones climáticos opuestos”.
Debido al récord de personas que en el mundo enfrenta “aguda inseguridad alimentaria”, la FAO decidió monitorear las áreas más vulnerables a El Niño.
El informe, completado a fines de abril, parte de una “actualización” del sistema de Información Global y Alerta Temprana sobre Alimentos y Agricultura (GIEWS, por su sigla en inglés), que pronosticó una mayor probabilidad de ocurrencia de “El Niño” a partir de junio, es decir de aquí a unas pocas semanas.
“Los pronósticos en este punto son claros e inevitablemente pueden ponerse a consideración con un bajo nivel de confianza, debido a su bajo poder (de predicción) durante el período mayo-junio-julio”, dijo Oscar Rojas, meteorólogo de FAO.
El fenómeno El Niño
El informe explica que El Niño típicamente ocurre cada dos a siete años, con episodios de “La Niña” y condiciones neutrales en los años intermedios. Catalizado por un calentamiento de las aguas del Pacífico, El Niño tiene gran influencia sobre las temperaturas y los patrones de precipitación en muchas partes del mundo, incluyendo sequías, inundaciones y tormentas”, dice otro pasaje del documento.
La “actualización” del sistema GIEWS señala que la “transición” a El Niño ocurrirá en la segunda mitad de este año y tenderá a revertir lo ocurrido durante La Niña. Las fuentes de ese pronóstico son el Instituto de Investigación Internacional para la Predicción Climática, el Observatorio Lamont-Doherty para la Observación de la Tierra, la Escuela del Clima de la Universidad de Columbia, entre otros centros de seguimiento y anticipación de fenómenos meteorológicos.