Entre todos los proyectos de privatización del gobierno Temer, hubo uno que generó enormes críticas. Se trata de la ‘entrega’ a la explotación privada de un área de 47 mil kilómetros cuadrados en el corazón de la selva del Amazonas.
El decreto publicado por el gobierno brasileño que extinguió la Reserva Nacional del Cobre, erigida en 1984 entre los estados provinciales de Pará y Amapá, produjo la reacción de una famosa modelo, Gisele Bundchen, quien no vaciló en calificar el caso en estos términos: ‘¡Vergüenza! Están vendiendo nuestra Amazonas. No podemos destruir nuestras áreas que están protegidas para favorecer a los intereses privados’.
Los medios brasileños revelaron que el área a ser rematada es mayor que Suiza. No es cualquier lugar: allí se encuentran tierra indígenas y selva amazónica, clave para la preservación medio-ambiental.
Según la organización no gubernamental de las Naciones Unidas WWF, la medida generará una serie de conflictos entre las empresas que quieren aprovechar los recursos mineros y las comunidades que pretenden conservar la biodiversidad amazónica y los pueblos indígenas.