Buenos Aires: por el cambio climático, se duplicaron las olas de calor

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La frecuencia de olas de calor que agobian a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires se duplicó durante los últimos 30 años. Antes, se desarrollaban en promedio 9 olas de calor por década, pero entre los años 1980 y 2010 pasaron a ser 18, según un estudio científico que fue realizado a pedido del Gobierno porteño. Pronostica que la frecuencia crecerá aún más y pondrá más en riesgo a la gente. Hoy se estima que las olas de calor son la causa del 10% de las muertes que se producen en verano en la ciudad.

 
El estudio fue llevado a cabo por Inés Camilloni, investigadora del Conicet y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Consistió en el análisis del clima durante las últimas cinco décadas, como las temperaturas, las lluvias, las tormentas y las olas de calor, como la que se sufrió entre el viernes 13 y el miércoles pasado en Capital y en otras jurisdicciones.
 
Se considera que se está desarrollando una ola de calor cuando las temperaturas mínimas y máximas superan los valores umbrales extremos durante más de 3 días. El fenómeno se produce sobre todo en primavera y verano en Capital porque hay más días despejados y la radiación solar llega más a la superficie. También la entrada del aire cálido desde el Norte es otra de las causas.
 
“Al hacer el análisis, observamos que el cambio climático hizo que aumentara la frecuencia de olas de calor en Capital”, explicó la doctora en ciencias de la atmósfera Camilloni. “Hubo un aumento de la temperatura que contribuyó a que subiera la frecuencia de olas de calor”, añadió. La temperatura anual promedio de Capital aumentó 6 décimas de grado entre los años 1960 y 2010.
 
Al aumento de la temperatura, se le sumó el impacto de las actividades humanas. “En Capital hay más cemento y más calor por actividades, como la refrigeración. Hay también pocos espacios verdes en la ciudad, y se sabe que los parques y plazas son claves porque sirven para enfriar el aire”, agregó la investigadora, que es también autora principal del Quinto informe de evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2007). El estudio sirvió para advertir que las olas de calor serán aun más frecuentes. “En base a modelos de simulación y con los datos de las décadas pasadas, podemos pronosticar que las olas de calor serán más frecuentes”.
 
El aumento de la temperatura se debe principalmente a la mayor emisión de gases de invernadero (cuyas fuentes son el transporte, las industrias, entre otras). “En el escenario más optimista, con menos emisión de gases de invernadero, se pronostica que la temperatura promedio de Capital aumentará 0,54 grados. En el escenario más pesimista, la temperatura subirá más de 0,65 grados en 20 años. Es mucho. Esto significará más olas de calor”.

El aumento de la temperatura subirá el riesgo de la mortalidad: el fenómeno es peligroso para los bebés, los niños pequeños, las personas mayores de 65 años o aquellos con enfermedades crónicas respiratorias y cardíacas. Frente a los escenarios futuros, según Camilloni, hay que enfrentar el impacto de las olas de calor. “El sistema de alerta debería explicar mejor a la gente cómo actuar cuándo se pronostica una ola de calor. Y la ciudad debería disponer de más parques y plazas, promover la instalación de techos verdes y jardines verticales. En la construcción, se deberían usar materiales que no absorban la radiación solar y los edificios no deberían necesitar refrigeración permanente”.

 
Juan Carlos Villalonga, el nuevo titular de la Agencia de Protección Ambiental porteña, dijo que “la mayor frecuencia de olas de calor habla de una situación de vulnerabilidad. La ciudad ya hizo un plan para 2030, por el cual se deberán reducir el 30% de las emisiones de gases. Es imperioso que haya más parques, más techos con terrazas verdes, mejorar el transporte público, promover el mayor uso de la bicicleta y de las energías renovables. Ya se hicieron algunos pasos, y hay un compromiso para mejorar”.

Valeria Román
Clarín

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