El mundo perdió el año pasado el equivalente a un área del tamaño de Suiza en bosques inexplotados y Brasil concentró más de un tercio de esta deforestación, según el informe anual Global Forest Watch.
El 2019 fue el tercer año más devastador para los bosques primarios (los que nunca fueron explotados por el hombre) de las últimas dos décadas: se destruyeron 38.000 kilómetros cuadrados de estas superficies es decir, el equivalente a un campo de fútbol cada seis segundos, según el informe basado en el análisis de datos por satélite.
De este total, Brasil perdió más de 13.600 kilómetros cuadrados, mientras República Democrática del Congo e Indonesia ocupan la segunda y tercera posición, respectivamente. Estos bosques desaparecieron sobre todo para destinar los espacios a la ganadería y la agricultura, según Global Forest Watch.
“Nos preocupa este nivel tan elevado de pérdida, pese a todos los esfuerzos realizados por varios países y empresas para reducir la deforestación”, dijo Mikaela Weisse, que coordina el Global Forest Watch para el think tank estadounidense World Resources Institute (WRI).
La superficie total de bosques tropicales destruida por el fuego y las excavadoras fue tres veces superior en 2019, pero los bosques primarios son especialmente primordiales porque albergan una gran biodiversidad y almacenan grandes cantidades de CO2, que se liberan con la deforestación, contribuyendo al cambio climático.
“Harán falta décadas, incluso siglos, para que estos bosques vuelvan a su estado original”, y siempre y cuando se dejen de utilizar las tierras que ocupaban, afirma Weisse a la AFP.
Tierras indígenas
Aunque los incendios forestales arrasaron parte de la Amazonia brasileña el año pasado, estos no fueron la principal causa de la deforestación, según los datos de los satélites en los que se basa el Global Forest Watch.
Así, surgieron nuevos focos de deforestación, como en el Estado de Pará, que corresponde a apropiación ilegal de tierras en la reserva indígena Trincheira/Bacaja.
Este proceso tuvo lugar antes de que el gobierno propusiera una nueva legislación, que flexibiliza la extracción minera, petrolera y gasífera, así como la agricultura intensiva, en estas regiones protegidas. El presidente brasileño Jair Bolsonaro dio luz verde en febrero a este proyecto de ley.
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Paralelamente, la epidemia de la covid-19 podría agravar las cosas no solo en Brasil, uno de los países más afectados por esta enfermedad, sino en todos aquellos lugares donde los gobiernos tienen dificultades para hacer respetar las leyes en sus bosques tropicales.
“En todo el mundo, nos llegan informaciones de un alza de la explotación forestal, la minería ilegal y la caza furtiva”, según Frances Seymour, del WRI.
Año récord en Bolivia
Este país registró una pérdida de bosques sin precedentes en 2019, 80 por ciento más que su último año récord, con la desaparición de 2.900 kilómetros cuadrados. Esta deforestación se debió a los incendios en los bosques primarios y vecinos para implantar la ganadería y el cultivo de soja, principalmente.
Indonesia en cambio registró un retroceso del 5 por ciento de la superficie total de bosques destruidos por tercer año consecutivo, con 3.240 kilómetros cuadrados.
“Indonesia fue uno de los pocos datos positivos en cuanto a la deforestación tropical de los últimos años”, indicó recientemente en un blog Frances Seymour. Otros países que registraron pérdidas importantes de bosque primario fueron Perú (1.620 kilómetros cuadrados), Malasia (1.200 kilómetros cuadrados) y Colombia (1.150 kilómetros cuadrados).