Cambio climático: El deshielo liberaría virus de hace miles de años ante los que no somos inmunes

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El pasado mes de diciembre todas las miradas estaban puestas en Madrid y en la Cumbre Mundial del Clima que la capital acogió de manera inesperada a causa de la inestabilidad social que atravesaba Chile. La COP25 fue probablemente el encuentro de la ONU sobre el cambio climático que más expectación ha generado. Hoy, nueve meses después, una pandemia sin precedentes ha relegado la cuestión del calentamiento global y parece que se olvida que ambos fenómenos está más relacionados de lo que se tiende a pensar.

El tráfico de especies salvajes y su venta en mercados callejeros sin control sanitario o la intensificación de prácticas ganaderas con gran cantidad de animales se sitúan entre los problemas que preocupan a los ecologistas. Pero hay otras dos cuestiones fundamentales en las que tienen puesto el foco: el cambio climático y la destrucción de los ecosistemas.

“A nivel de cambio climático considero que el del permafrost es el mayor temor. Es poco conocido y se entienden poco sus efectos. Es una capa de suelo que está permanentemente congelada. Abarca aproximadamente el 20% de la superficie terrestre. Incluye Siberia, gran parte de Canadá, Groenlandia“, explica Maxime Renaudin, fundador y director de la plataforma de reforestación Tree-Nation. El miedo radica en que, igual que los polos, ese permafrost se está descongelando, y lo hace a mayor velocidad de lo que los propios científicos habían pronosticado: “No hay ningún experto que pueda concretar cuánto tiempo nos queda. Quizás ya sea demasiado tarde. Lo que sí sabemos es que estamos jugando a la ruleta rusa”.

Ese proceso tiene dos consecuencias. Por un lado, la fuga de “las reservas más grandes de metano que hay en el mundo, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO2“. Por otro, la liberación de virus que llevan congelados miles de años y para los que el ser humano no tiene desarrollada ninguna inmunidad. “Hemos descubierto que los virus son ultrarresistentes. Los organismos más sencillos que hay en la biología son capaces de despertarse después de tanto tiempo”, alerta Renaudin. “En las capas profundas del permafrost, y también de los glaciares, puede haber virus y bacterias conocidos pero otros por descubrir. Tras el estudio de las profundidades de un glaciar en China se detectaron 33 virus, de los cuales 28 eran desconocidos para la ciencia“, concreta Luis Suárez, coordinador de Conservación de WWF España.

El peligro no es hipotético ni lejano. Ya se han dado casos. En 2016, un niño de 12 años falleció y otras veinte personas estuvieron hospitalizadas tras verse contagiadas por ántrax en el Círculo Polar Ártico. Una intensa ola de calor dejó al descubierto los huesos de un reno fallecido por la bacteria 75 años antes y el microorganismo infectó el suelo, el agua y los alimentos.

La invasión de ecosistemas y las zoonosis

Junto a esa situación, los expertos avisan del aumento de las enfermedades de origen animal a causa de la deforestación y la invasión por parte del ser humano de hábitats que no le corresponden. Un reciente informe de WWF sobre Pérdida de naturaleza y pandemias apunta que más del 70% de las patologías humanas en los últimos cuarenta años han sido transmitidas por animales salvajes y el Covid-19 es una de ellas.

“Se considera que las zoonosis podrían representar la amenaza más importante para la salud de la población mundial en el futuro. La propia OMS ha incluido la llamada ‘enfermedad X’ en su listado de las mayores amenazas para la salud global por su potencial epidémico. Se trataría de una epidemia internacional muy importante debida a un patógeno todavía desconocido, pero probablemente de origen animal, que podría aparecer con efectos devastadores”, recoge el documento. Más devastadores, según Suárez, que los causados por el nuevo coronavirus, ya que a su capacidad de infección podría sumar la tasa de mortalidad del ébola.

“No estamos hablando de ciencia ficción sino de un riesgo cada vez mayor porque cada vez estamos alterando más nuestro planeta”, afirma el coordinador de Conservación de la ONG. “Se conocen alrededor de 5.000 virus pero se estima que puede haber un millón y medio o dos y modificar los equilibrios que hay en la naturaleza está incrementando su frecuencia de salto a las personas“, agrega. A partir de ahí, la globalización hace el resto. “Con los medios de transporte y de comunicación que hay hoy en día, una vez que están entre los humanos se extienden de manera muy fácil”, comenta Maxime Renaudin.

“Estado de emergencia”

Este francés afincado en Barcelona reconoce sentir que su trabajo es un tanto “frustrante”. “Cuanto más conoces del tema más cuenta te das de que es obvio que hay que hacer algo y de que poco se hace”, protesta. Su propuesta para atajar el problema pasa por “declarar un estado de emergencia“, que englobe medidas contra la deforestación y la reducción de emisiones y que impulse la repoblación de los bosques, pero que también contribuya a informar y educar a la sociedad.

“El problema lo conocemos desde los años 70. En 2019 hubo un cambio de mentalidad en la sociedad pero ese cambio se basa demasiado en las modas. Con la pandemia se ha olvidado totalmente”, lamenta. “Si no hacemos nada, el coste del cambio climático será cien veces superior al de invertir en solucionarlo. Y se habla de economía porque parece que si no se habla de dinero no se hace caso”, remarca.

Desde WWF consideran que existe la intención de tomar medidas, tanto por parte de la UE como del Gobierno español, pero admiten que la crisis sanitaria ha retrasado la agenda. “Vivimos momentos de gran incertidumbre. Entendemos que hay que dejar espacio para ver cuál será el terreno de juego. Pero hay decisiones que no pueden esperar. La recuperación tiene que ser la palanca para impulsar el nuevo modelo económico y social. Tenemos que aprovechar este impulso para avanzar, no para retroceder“, apuesta Luis Suárez.

La pandemia del coronavirus ha puesto de relieve que la salud del ser humano está relacionada con la del planeta y con la de todos los animales que viven en él: “O cuidamos de esa salud, o la nuestra se va a ver muy afectada”.

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