Los fuegos artificiales lanzados por los habitantes de Beijing para celebrar el Año Nuevo Lunar esta semana dispararon los índices de concentración de las partículas más dañinas para la salud, denominadas PM 2,5, que se multiplicaron por 25 en el lapso de siete horas.
Como consecuencia, se pasó de una concentración de 16 microgramos por metro cúbico de las partículas PM 2,5 a 407 microgramos por metro cúbico.
Estas partículas son las consideradas más perjudiciales porque entran directamente en los pulmones y la Organización Mundial de la Salud sitúa el umbral de salubridad en una media de 25 microgramos por metro cúbico en 24 horas.
Beijing amaneció varios días de esta semana bajo una espesa capa de ‘smog’ por el humo de los cohetes, que contrarrestó la bajada de la contaminación provocada por el cierre de fábricas y la disminución del tráfico por las vacaciones.
Un total de 138 ciudades del país asiático adoptaron prohibiciones y 536 urbes restringieron los fuegos artificiales con el objetivo de disfrutar de un cielo más limpio durante estas marcadas fechas, según datos el Ministerio de Seguridad Pública de China.