Colombia: 45 de los 59 Parques Nacionales tienen ecosistemas amenazados

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La iniciativa de la sociedad civil Parques Nacionales Cómo Vamos, en Colombia, entregó el primer informe del observatorio de Indicadores del Sistema de Parques Nacionales Naturales (SPNN), con el que ratifican que los Parques Nacionales Naturales (PNN) siguen siendo el proyecto nacional de conservación más exitoso y en constante avance en el segundo país más biodiverso del planeta.

Pero también hacen un llamado a fortalecerlo para enfrentar las amenazas que aun están sobre estos ecosistemas.

“Los 59 PNN colombianos conservan el 64,5 por ciento de los ecosistemas del país, protegiendo una diversidad única en el planeta que tiene un gran valor por la excepcional biodiversidad y los procesos ecológicos que en ellos se generan y que son claves para generar contribuciones sociales y económicas que van más allá de la jurisdicción de las Áreas Protegidas”, sostiene el informe.

Sin embargo, 45 de los 59 PNN del país tienen ecosistemas con algún grado de amenaza, siendo los 14 parques del Caribe los más afectados, en los que señalan que hay que implementar con urgencia acciones para garantizar su conservación y la permanencia de sus contribuciones.

Los expertos identificaron que, si bien los parques en conjunto mantienen un buen estado de su biodiversidad, hay indicios de los efectos negativos que puede estar causando en ellos la transformación de los territorios donde se ubican, así como el cambio climático, que se refleja en pérdida de glaciares, páramos, corales, sabanas naturales y bosques, lo que aumenta la necesidad de que el país se prepare para gestionar daños irreversibles.

La preocupación por el futuro de los parques es aún mayor, ante el estado de amenaza de sus ecosistemas y de fenómenos como la deforestación y los cultivos de uso ilícito como la coca, que se presentan tanto en su interior como en los municipios que los rodean. En 15 de los 59 PNN hay cultivos de coca y deforestación.

Llama la atención los casos de los parques Catatumbo Barí, ubicado en Andes Nororiental, Paramillo y Sierra Nevada de Santa Marta, localizados en el Caribe, y Tinigua y Macarena en la Orinoquía, en los que confluyen, a su interior y en el contexto municipal, fenómenos asociados a deforestación, cultivos de coca y hechos de violencia, que evidencian entornos sociales e institucionales muy deteriorados, siendo el más afectado Catatumbo Barí.

Ante este panorama Parques Nacionales Cómo Vamos instó al Estado colombiano a fortalecer los esfuerzos para enfrentar de manera estratégica, con implicaciones penales ejemplares a las empresas criminales que impulsan la deforestación, los cultivos de coca y la minería ilegal, que afectan a varios de los Parques Nacionales Naturales del país.

“Existen procesos muy dinámicos y en aumento como en los parques del arco amazónico, hay procesos crónicos en pocos parques, pero también hay procesos incipientes que deben ser gestionados de manera diferencial, con todas las capacidades del Estado”, afirma el informe que se puede consultar en el portal www.parquescomovamos.com.​

El informe también hace un llamado a fortalecer, en particular, la información sobre los parques marinos y costeros, los inventarios de biodiversidad, aspectos sobre la salud de los ecosistemas y el estado de los valores objeto de conservación, así como a consolidar los diálogos de conocimientos en los Parques Nacionales cuyos territorios son compartidos con comunidades étnicas.

Otro aspecto que evidencia el observatorio es la limitada información que existe de las dinámicas poblacionales de los parques y que de manera histórica han preocupado a la opinión pública y al mismo Estado, las personas que viven al interior de ellos. Según el Censo Nacional Agrícola en 49 de los 59 PNN viven cerca de 23.200 campesinos. Sobre las comunidades indígenas y afrodescendientes se tienen pocos datos.

​A lo anterior se suma que en 56 parques, para el periodo de estudio, estaban registradas 17.634 unidades productivas agropecuarias. Los PNN con mayor número de unidades productivas agropecuarias son Pisba en la territorial Andes Nororiental, Sanquianga y Farallones en el Pacífico, y Paramillo en el Caribe, todos con más de 1.000 unidades.

Según el informe la presencia de habitantes y de unidades productivas en los parques hace necesaria “la implementación de acuerdos de uso, ocupación y tenencia, como instrumentos que se relacionen de manera directa y proporcional con las áreas con más habitantes y unidades productivas, necesaria para hacer una gestión de la conservación con los habitantes de los parques; solo el 44 % de los PNN cuentan con este tipo de instrumentos”.

La pobreza

La brecha social y la inequidad que existe en Colombia también es evidente en los Parques Nacionales Naturales y sus contextos municipales. El 63 por ciento de los habitantes de los PNN viven en la pobreza, la incidencia de pobreza multidimensional en los contextos municipales, en promedio, es de 51,4 por ciento y es más persistente en los contextos de los parques de tierras bajas y altas temperaturas, contrastando con los indicadores de los contextos de los parques ubicados en las montañas.

De acuerdo con los expertos, aquí las contribuciones de los PNN a la economía nacional se convierten en un instrumento de beneficio para Colombia. Por lo tanto, es necesario avanzar en su identificación y valoración integral para el bienestar humano a escalas locales, regionales y nacionales.

“Resolver preguntas como cuánto contribuye a la producción ganadera la regulación del agua en los Parques Nacionales o cuánto contribuyen los parques a la polinización de los cultivos agroindustriales aledaños, puede ser una oportunidad para mejorar su valoración, identificar otros ingresos y promover nuevas dinámicas económicas y sociales en los contextos territoriales, desde un enfoque que no destruya la naturaleza, en el que la conservación sea la base para generar valor”, dicen los expertos.

El informe proporciona un marco que alienta a los administradores de los recursos naturales a considerar acciones estratégicas con miras al futuro, para ver a la biodiversidad de los PNN como un activo del país, que dinamiza socioecológica y económicamente los territorios. Un ejercicio que debe articularse entre Gobierno, autoridades ambientales, entidades territoriales, sector productivo, academia, sociedad civil y comunidades locales como dinamizadoras de la transformación de los territorios.

“Ahí podemos ver la posibilidad de equilibrar la balanza fiscal de poder generar incentivos asociados a las compensaciones o al pago por servicios ambientales, de eso que no hemos podido todavía contabilizar pero que ya sabemos que los parques lo están generando”, explica Sandra Vilardy, directora de Parques Nacionales Cómo Vamos.

Según señala la docente de la Universidad de Los Andes, el informe también abre preguntas y reflexiones para avanzar en temas de política pública como la carga fiscal. “Tenemos municipios que para ellos un parque es un castigo fiscal porque dejan de recibir recursos del sistema general de participación y la posibilidad de cobrar, por ejemplo, impuestos por propiedad por esas áreas. Tenemos que pensar en cómo los demás podemos ayudar, necesitamos equilibrar un poco las cargas de cara a la crisis climática”.

Sobre el informe

Esta es una iniciativa que reúne a nueve organizaciones de la sociedad civil: la Fundación Santo Domingo, la fundación Corona, la Fundación Natura, Alisos, WWF Colombia, WCS, Dejusticia, la Pontificia Universidad Javeriana y la Universidad de los Andes.

Tanto el observatorio de Parques Nacionales Cómo Vamos como el informe fueron construidos con información proporcionada en su mayoría por fuentes nacionales oficiales, del periodo 2012 – 2018. A través del análisis de 32 indicadores de los procesos biofísicos, sociales, productivos e institucionales de los PNN del país y de los municipios donde se ubican, presenta una visión conjunta sistema que permite identificar qué tanto aportan los 59 PNN a las dinámicas territoriales y cómo éstas pueden afectar sus procesos.

Para Vilardy no se trata de un informe de biodiversidad, sino que está orientado hacia la comprensión de los parques nacionales como un elemento fundamental de las dinámicas territoriales.

“En el imaginario popular los parques son una cosa abstracta. Tenemos que ver los parques nacionales como un gran aliado de contribuciones que ya están sucediendo, buena parte del agua que utilizamos para el consumo humano, pero también para la actividad económica y la generación de energía se genera y regula en estos lugares, pero también, por ejemplo, buena parte de esa agua que se requiere para sostener la ganadería en sitios tan importantes como Córdoba, Valledupar, Meta, viene regulada de esos parques nacionales”, explica.

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