Un informe reciente de la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de São Paulo (FAPESP), reveló detalles impactantes sobre la selva amazónica de Brasil.
Además, llama la atención los contrastes. La deforestación se redujo un 54% en los últimos dos años, pero se incrementó un 163% la degradación del suelo.
Esto último se atribuye principalmente a incendios y sequías. Este fenómeno ha afectado aproximadamente 25.023 kilómetros cuadrados de selva, con un 66% de estos casos relacionados con incendios forestales.
Deforestación y degradación del suelo: la situación en la selva amazónica de Brasil

La deforestación implica la eliminación total de la cobertura vegetal nativa, mientras que la degradación del suelo se refiere a la pérdida de la salud del bosque sin su destrucción completa.
Este último proceso puede ser más difícil de identificar, ya que el bosque aún permanece en pie, pero su funcionalidad ecológica se ve comprometida.
Según el investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), Guilherme Mataveli, “la degradación del suelo es un proceso más difícil de identificar que la deforestación, ya que se presenta mientras el bosque aún permanece”.
Por otro lado, Luis Aragão, coordinador del Programa de Investigación sobre Cambio Climático Global de FAPESP, consideró: “Estos procesos han estado comprometiendo silenciosamente la integridad de nuestros bosques”.
Las herramientas para la gestión sostenible
El estudio enfatiza la importancia de las tecnologías satelitales para monitorear y gestionar estos procesos.
“Las tecnologías actuales no solo permiten monitorear eventos y reportar las emisiones de carbono asociadas, sino que también facilitan la planificación estratégica para una gestión territorial sostenible“, dijo Aragão.
Brasil, que alberga el 60% de la selva amazónica, se prepara para ser sede de la COP30 en noviembre de este año, donde se discutirán estrategias para enfrentar estos desafíos.

El país se comprometió a eliminar la deforestación para 2030, pero la creciente degradación del suelo pone en evidencia la necesidad de políticas integrales que aborden tanto la conservación como la recuperación de los ecosistemas.