Coral invasor amenaza suelos marinos de Brasil, Venezuela y Colombia

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La invasión de una especie de coral invasor blando llamado Latissimia ningalooensis ha provocado drásticos efectos negativos en el fondo marino de algunas zonas localizadas en la bahía de Ilha Grande al Sureste de Brasil, según un estudio publicado en la revista Marine Pollution Bulletin.

Sin embargo, no es la única área afectada pues varios estudios han comprobado la presencia de otras especies invasoras de octocorales, familia a la que pertenece L. ningalooensis, que también están afectando la biodiversidad marina.

En el caso de Ilha Grande, la especie invasora ha provocado que la abundancia de céspedes algales se reduzca casi a la mitad en los sitios donde se ha expandido durante un periodo de nueve años. Su expansión podría amenazar la estructura y funcionamiento de los arrecifes rocosos en el país sudamericano, alerta el estudio.

En estos ecosistemas conviven las comunidades bentónicas, como se les conoce al conjunto de organismos que habitan el fondo marino. En ellas es común encontrar una dominancia de microalgas que crecen en el suelo, sin embargo, también hay presencia de esponjas, corales y algas más grandes.

Su importancia se debe a que son refugio para una variedad de especies, además de que proveen de alimento a algunos peces de relevancia comercial.

Lécio de Carvalho, autor del estudio, y sus colegas tomaron sus primeras muestras en el año 2011, antes de la llegada del L. ningalooensis. Después, en 2017 tomaron una segunda muestra al detectar la presencia de esta especie de coral invasor.

Finalmente “en 2020 pudimos hacer una cronología de lo que había cambiado antes y después del coral invasor”, explica a SciDev.Net el ecólogo marino.

Gracias a esta línea del tiempo, el equipo pudo determinar que la expansión del octocoral provocó una pérdida de aproximadamente 40 por ciento del césped algal en seis años.

Más al norte, en la bahía de Todos los Santos, un segundo estudio encontró que otras especies de octocorales invasores también tienen efectos negativos sobre la biodiversidad.

Lucas Assumpção Lolis, autor de dicha investigación, explica a SciDev.Net que donde tenía mucha cobertura de Sarcothelia [la especie introducida] se cuenta con pocas especies de esponjas y otros vertebrados, resultando en una homogenización del ecosistema.

El problema de invasión de octocorales no es exclusivo de Brasil. Lécio destaca el caso de Venezuela, donde se registró una cobertura de aproximadamente el 80 por ciento del área afectada en un periodo de ocho años.

Pero el esparcimiento de estos corales blandos tampoco se detiene ahí: el equipo de Juan Armando Sánchez encontró en el mar del Pacífico colombiano a especies de octocorales que son originarias del Atlántico (el Carijoa riisei).

El biólogo marino explica que la intervención humana es la principal causante de estas invasiones en Colombia. Un factor, por ejemplo, son las aguas de lastre: “es decir, los barcos toman agua en un océano, pasan el canal de Panamá, y vierten larvas e incluso animales vivos del otro lado, donde pueden llegar a asentarse”.

Él agrega que los daños provocados a los arrecifes por la contaminación, el cambio climático y la sobrepesca, debilitan los ecosistemas y los hacen menos resistentes a invasiones de especies extrañas.

En el caso brasileño, los tres investigadores coinciden en que el comercio de corales es la principal causa.

Lucas Assumpção asegura que “el mercado de acuarios es responsable del coral invasor. Los estudios han encontrado que estas introducciones se pueden dar por liberar agua de acuarios al mar o en intentos por cultivar a estos octocorales”.

Estos organismos tienen un tipo de reproducción asexual: al romperse pueden trasladarse y crecer en otro sitio a partir de algún fragmento. Esto hace que un intento de cultivarlos con fines comerciales pueda resultar en su esparcimiento a otras zonas.

Además, complica las estrategias para erradicar la invasión, ya que al intentar retirar al octocoral este puede quebrarse y seguir expandiéndose.

Por ello, Juan Armando Sánchez opina que “aunque los acuarios de agua marina son hermosos, mi recomendación sería dejarlos en manos expertas”.

Por su parte, los dos científicos brasileños consideran que es importante regular el comercio de especies potencialmente invasoras. Sin embargo, el gobierno brasileño todavía no reconoce como tal a estos octocorales.

La última versión pública de la lista de especies marinas como el Un coral invasor blando preocupa porque su expansión amenaza la estructura y funcionamiento de arrecifes rocosos y la biodiversidad marinainvasoras es de 2009, antes de que se detectara la introducción del L. ningalooensis y sarcothelia.

En el caso de Colombia, el coral copo de nieve (como se le conoce al carijoa riisei) tampoco forma parte de la lista de especies invasoras pese a ser reconocido como tal en distintos estudios. La última modificación a este listado se hizo en marzo del 2022 con la introducción del hipopótamo común.

Para solucionar este problema, Lécio destaca la necesidad del monitoreo para la detección rápida de invasores.

Al respecto Lucas cree que los instructores de buceo son grandes aliados. Él cuenta que fue la escuela Submerso quien ayudó a detectar el sarcothelia y considera que “los turistas y los buzos pueden ser capacitados para conservar las comunidades bentónicas. Incluso pueden ayudar a detectar nuevos invasores”.

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