Los corales de aguas profundas en el Golfo de México todavía están luchando por recuperarse del devastador derrame de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon en 2010.
Una comparación de imágenes de más de 300 de ellos a lo largo de 13 años (la serie temporal más prolongada de corales de aguas profundas hasta la fecha), presentada en el Encuentro de Ciencias Oceánicas de Nueva Orleans, revela que estas comunidades han tenido una recuperación limitada y algunas incluso continúan disminuyendo.
El derrame cubrió cientos de kilómetros de costa con petróleo y una mancha del tamaño de Virginia abarcó la superficie del océano.
Durante 87 días, 500 mil toneladas de petróleo se derramaron directamente desde la boca del pozo a una profundidad de mil 520 metros en el golfo. Si bien el derrame fue más visible en la superficie, las afectaciones ecológicas se extendieron cientos de metros hacia el océano.
“Siempre supimos que los organismos de las profundidades marinas tardan mucho en recuperarse, pero este estudio lo demuestra”, afirmó en un comunicado Fanny Girard, bióloga marina y conservacionista de la Universidad de Hawái en Manoa, quien dirigió el trabajo.
Aunque en algunos casos la salud de los corales parecía haber mejorado, fue impresionante ver que los individuos más afectados todavía están luchando, e incluso deteriorándose, una década después.
Los hallazgos pueden ayudar a guiar los esfuerzos de restauración de aguas profundas después de derrames de petróleo.
Unos meses después de que se tapara el pozo Deepwater Horizon, un equipo interdisciplinario de expertos examinó el fondo del océano de 6 a 22 kilómetros de la boca del pozo para registrar los daños. A unos 10 kilómetros de distancia y a mil 370 metros de profundidad, encontraron un denso bosque de corales Paramuricea con forma de árbol que parecía enfermizo. Estos corales estaban cubiertos de un material marrón, señaló Girard.
Partículas contaminadas
Las pruebas mostraron que el lodo contenía trazas de una combinación de petróleo y dispersantes químicos. Unos meses después, los investigadores encontraron dos sitios de coral adicionales a mil 580 metros y mil 875 metros de profundidad que sufrieron daños similares.
Los corales de aguas profundas se alimentan en suspensión y pueden haber ingerido partículas contaminadas, lo que provocó los impactos observados en la salud, detallaron los investigadores.
La exposición directa a las sustancias químicas tóxicas contenidas en la mezcla de petróleo también puede haber dañado el tejido del coral. Sin embargo, hasta la fecha, los científicos aún no saben con exactitud cómo el petróleo y el dispersante afectaron a estos organismos vulnerables.
Cada año, entre 2010 y 2017, los científicos visitaron esos tres sitios en el Golfo de México para conocer los daños, medir las tasas de crecimiento y observar cualquier recuperación de los corales, como parte de una gran iniciativa destinada a comprender mejor los impactos en los ecosistemas y mejorar nuestra capacidad de responder a futuros derrames de petróleo.
Utilizaron un vehículo operado de forma remota para tomar fotografías de alta resolución de los ejemplares en los tres sitios afectados y dos lugares de referencia muy alejados, rastreando más de 300 corales en total.
Los investigadores visitaron estos sitios de nuevo en 2022 y 2023 como parte del proyecto de Evaluación y Evaluación de Hábitat, uno de los trabajos financiados por medio del acuerdo de Evaluación de Daños a los Recursos Naturales.
Las imágenes permitieron al equipo medir los cambios en la salud del transcurso del tiempo, incluso notando cualquier rotura a lo largo de las delicadas ramas del coral causada por la exposición a la contaminación por petróleo.
Los científicos descubrieron que incluso en 2022, los corales en el Golfo de México afectados seguían mostrando signos de estrés y daños por el derrame de petróleo. La capa marrón que habían observado por primera vez había desaparecido hacía tiempo, pero tras una inspección más cercana, los corales estaban débiles y propensos a romperse.
Las zonas con cicatrices donde se cayeron las ramas estaban goteando moco, y algunos ejemplares cuyos esqueletos quedaron expuestos habían sido colonizados por otras especies parásitos de esos animales.
Girard añadió: “es realmente importante prevenir daños en primer lugar, y la forma de hacerlo es mediante medidas de protección”.
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