Varios afluentes del río Amazonas, uno de los más largos y caudalosos del mundo, se encuentran en una “situación crítica de escasez” de agua por la sequía histórica que afecta a Brasil, informaron este lunes (30.09.2024) las autoridades.
Los ríos Iriri y Xingú, que alimentan la importante hidroeléctrica de Belo Monte, se encuentran “por debajo de los niveles mínimos para esta época del año”, según la Agencia Nacional de Aguas (ANA), que declaró una “situación crítica de escasez de recursos hídricos” en la zona.
Belo Monte genera el 11% de la energía del Sistema Integrado Nacional y registra “caudales naturales considerablemente inferiores a los observados en 2023” y “cercanos al mínimo histórico”, según la entidad.
“Los escenarios hidrometeorológicos para este año indican la posibilidad de que se alcancen niveles aún más críticos en octubre y noviembre”, alertó la ANA.
La declaratoria de “situación crítica” estará vigente hasta el 30 de noviembre y permitirá que la agencia “modifique las normas de uso del agua” en las áreas vecinas a estos ríos.
Unos 900 kilómetros al oeste, en el estado de Amazonas, el nivel del río Solimoes bajó a apenas tres metros en el municipio de Manacapuru, un récord histórico según la Defensa Civil.
“Va a secarse aún más. Es peor que el año pasado”, cuando el Solimoes alcanzó el récord anterior de 3,11 metros, dijo a la AFP Ramiro Costa, un pescador de 69 años que vive en una aldea rural.
Falta de lluvias favorece propagación de incendios
Allí casas flotantes y balsas yacen sobre extensos bancos de arena que hasta hace poco estaban cubiertos por las aguas de este afluente del Amazonas.
“La mayor dificultad es transportar nuestros productos”, se lamenta Neymar Pereira, obligado a cargar sus plátanos a pie por un trecho de 1,5 kilómetros de playa para alcanzar lo que queda de agua y tomar un bote hasta Manacapuru.
“Los más viejos no alcanzan a llegar al río”, afirma Pereira. El suministro de alimentos y agua potable también depende de esta travesía bajo un sol ardiente, que normalmente se hacía en bote.
La selva amazónica, un ecosistema crucial para la regulación del clima, ha sido uno de los biomas más castigados por la sequía en Brasil.
La ausencia de precipitaciones ha favorecido la propagación de incendios forestales en la Amazonia, que vive la peor ola de conflagraciones de las últimas dos décadas, según el observatorio europeo Copernicus.
Expertos aseguran que estos eventos climáticos se hacen cada vez más frecuentes e intensos debido al cambio climático.
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