El principal objetivo en la lucha contra el cambio climático es impedir que, antes de finales de siglo, la temperatura media global aumente de 1,5 a 2 ºC respecto a los niveles preindustriales. Una de las medidas acordadas para lograrlo es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a través de la presentación de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDCs, por sus siglas en inglés), que deberían ser cada vez más ambiciosas.
Sin embargo, con los datos actuales de reducción de emisiones, el límite de 1,5 ºC se alcanzará entre los años 2030 y 2052, según el último Informe Especial del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC). Para los expertos, son necesarios esfuerzos con una inversión económica sustancial para cerrar la brecha de las crecientes emisiones. De lo contrario, la inacción conllevará mayores pérdidas económicas.
“El cambio climático puede conducir a una catástrofe global, por lo tanto, si los países no mejoran sus acciones para cumplir los objetivos climáticos, se producirá un daño que causará pérdidas económicas importantes y afectará al futuro desarrollo económico”, declara a SINC Biying Yu, investigador en el Centro de Investigación de Política Energética y Ambiental del Instituto de Tecnología de Beijing, en China.
En un estudio, publicado en la revista Nature Communications, Yu, junto a un equipo internacional de científicos de China, EE UU y Suecia, presentan un análisis sobre las posibles pérdidas económicas producidas por “el daño climático no evitado”. Según el trabajo, si los países no pudieran implementar sus NDCs actuales, todo el mundo perdería unos beneficios por un valor de entre 149,78 y 791,98 billones de dólares hasta 2100.
“En otras palabras, el fracaso del mundo para cumplir los objetivos climáticos haría que los beneficios se desvanecieran”, manifiesta el coautor. De manera inmediata, para limitar el aumento de las temperaturas y reducir las emisiones, los países deberán asumir un coste, por lo que en la primera etapa los ingresos netos de las naciones serían negativos. Pero los beneficios se obtendrían a largo plazo si logran alcanzar el objetivo de 1,5 o 2 ºC con unas NDCs más ambiciosas que las actuales.
“Muchos países y regiones pueden negarse ahora a incrementar sus acciones climáticas y optar por ignorar el daño climático que se producirá a largo plazo. Esto constituirá un grave obstáculo para lograr los objetivos”, asegura a SINC Yu.
Una estrategia de cooperación global
El grupo de científicos propone, de este modo, una estrategia de autoconservación para 134 países a través de la cual se les proporciona información sobre los beneficios directos que obtendrían o que perderían por no actuar frente a la emergencia climática o por no hacerlo de manera eficaz respecto al límite de 1,5 o 2 ºC.
Así, en función de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional presentadas por cada nación, la inversión inicial para las economías del G20 sería de entre 16,38 y 103,53 billones de dólares.
En el caso de EE UU, esta inversión sería más alta que la media de economías del G20: entre 5,41 y 33,27 billones de dólares. Lo mismo ocurría con Canadá y Australia. Según los investigadores, estos tres países no lograrían un equilibrio entre los costes iniciales del esfuerzo climático y la inversión hasta finales de siglo.
“Ayudamos a los países a tomar una decisión de autoconservación, para que reajusten sus objetivos e impulsen un proceso de gobernanza climática global”, apunta el investigador chino. Esta imagen económica a largo plazo podría permitir que los países mejoren sus esfuerzos y acciones climáticas.
Pero para adoptar esta estrategia, el estudio muestra que los países deben reconocer la gravedad de la crisis climática y apostar por tecnologías bajas en carbono. Además, subrayan que el esfuerzo para reducir las emisiones requiere la cooperación entre todos los países para que los más vulnerables también puedan optar a la estrategia de autoconservación.