Tal y como se recomendó en la Quinta Conferencia Ministerial en Salud y Medio Ambiente celebrada en Parma en 2010 y de la que nos hicimos eco en Inspira, la Oficina Regional para Europa de la OMS ha publicado recientemente un informe en el que se evalúa la magnitud de la desigualdad en Salud y Medio Ambiente en Europa basándose en 14 indicadores de desigualdad en salud medioambiental. Estos indicadores se dividen en tres categorías: indicadores relacionados con el hogar, con lesiones y con el medio ambiente.
El informe muestra que todos los países se encuentran expuestos a estas desigualdades aunque la exposición a los riesgos para la salud medioambiental, normalmente, aunque no exclusivamente, recae fundamentalmente sobre aquellos núcleos de población más desfavorecidos. En concreto, el informe evalúa la influencia de los determinantes demográficos tales como el sexo, la edad, los ingresos, la pobreza relativa, el tipo de hogar, la posición social, el empleo, la ocupación, la educación y la dificultad para el pago de facturas en la generación de desigualdades en salud medioambiental y concluye comprobando dicha vinculación.
En términos globales, el informe identifica a la población de mayor edad, de menor formación y de menos recursos como los grupos más afectados por los riesgos medioambientales. En el caso de España, el informe señala que es el país con mayor tasa de jóvenes entre 18 y 24 años que sufren accidentes de trabajo de toda Europa (7923/100000).
El informe señala la importancia de los factores medioambientales para la salud y confirma que un cuarto de la carga mundial de morbilidad y más de un tercio de la carga infantil es debida a factores medioambientales que pueden ser evitados. Los datos que maneja la OMS en un reciente estudio publicado (Hänninen and Knol, 2011) muestra que los factores medioambientales que mayor incidencia tienen en la carga de morbilidad son la contaminación ambiental, el humo que se respira del tabaco y el ruido por tráfico.
Por este motivo, el informe analiza estos tres indicadores para identificar la desigualdad existente en Europa. En este caso, España suspende de nuevo en el indicador de exposición al humo de segunda mano en el trabajo. En concreto, la exposición al humo en el trabajo es cuatro veces mayor en el caso de los hombres ocupados como operarios frente a los directivos. En el caso de las mujeres, el nivel de renta y posición social también se correlaciona negativamente con la exposición al humo por tabaco, de modo que cuanto menor son los ingresos mayor es la exposición.
Lo relevante de este informe es que demuestra, con los datos disponibles hasta el momento, el hecho de que no todos los europeos están expuestos a los riesgos para la salud medioambiental en la misma medida ni proporción. Implica por tanto una situación de injusta desigualdad dentro de los distintos países que podría, con las políticas adecuadas, ser evitada o al menos suavizada. El objetivo último de este informe y de las conclusiones que ofrece, es sensibilizar a los responsables políticos de la necesidad de llevar a cabo políticas que logren reducir dichas desigualdades. Para ello propone medidas concretas de acción, reconociendo la necesidad de ampliar las estadísticas europeas a más indicadores y completarlas en aquellos países que aún no las suministran.